Pareja recorre el mundo con sus hijos antes que ellos pierdan la vista por una enfermedad incurable
Intentan reunir la mayor cantidad de “recuerdos visuales”.
Edith Lemay y Sebastien Pelletier se encuentran aprovechando al máximo el tiempo con sus hijos, luego de que los médicos le diagnosticaran a uno de ellos una enfermedad incurable que afecta a la visión.
Todo comenzó una vez que su hija mayor, llamada Mía, comenzara a presentar problemas oculares. En esta línea, sus padres optaron por llevarla al médico para saber qué era exactamente lo que tenía. Sin embargo, ambos quedaron atónitos al conocer el diagnóstico: retinitis pigmentaria.
Esta se trata de una enfemedad degenerativa, hereditaria y poco frecuente, la cual no tiene tratamiento y que provoca que los pacientes afectados pierdan gradualmente la vista.
¿Qué ocurre con el resto de los hijos?
Las terribles noticias continuaron para Edith y Sebastien en 2019, cuando llevaron a dos de sus otros hijos, Colin y Laurent, al doctor, puesto que experimentaban los mismos síntomas que su hermana, informa El Heraldo de México.
A raíz de lo anterior, los especialistas les diagnosticaron la misma enfermedad, lo que activó las alarmas en la familia por su otro hijo, Leo, quien, hasta ahora, no padece ningún sintoma.
La decisión de los padres
Cuando se dieron cuenta que no había tratamiento para la retinitis pigmentaria, los padres de los pequeños, que viven en Canadá, decidieron centrar sus esfuerzos en ayudarlos al máximo a desarrollar sus habilidades y así prepararlos de alguna forma para vivir sin poder ver.
Edith reveló que uno de los especialistas le recomendó que como padres intentaran reunir la mayor cantidad de «recuerdos visuales» para ellos, por lo que decidieron recorrer el mundo junto a ellos y así quedarse con la mayor cantidad de recuerdos posibles.
La familia tenía pensado comenzar su viaje en 2020. Sin embargo, la pandemia de coronavirus retrasó sus planes.
Un par de años después, iniciaron su aventura por Namibia, para luego aterrizar en Zambia, Tanzania y más tarde Turquía. En este último país permanecieron un mes y después se trasladaron a Mongolia e Indonesia, lo que ha significado una asombrosa experiencia.