La pandemia de coronavirus acabó con nuestro matrimonio
Los confinamientos y el estrés que genera la pandemia de coronavirus ha puesto a prueba a muchas parejas en todo el mundo.
En todo el mundo, desde Sudamérica hasta África Occidental, parejas que antes eran felices pasaron a separarse y muchas incluso llegaron al divorcio.
Algunas apuntan al estrés de la pandemia como la causa del problema; otras cuentan que este año ha hecho aflorar problemas ya existentes.
«Durante el confinamiento descubrí que mi esposo tiene novia», susurra por teléfono Reni desde su casa en Nigeria.
Su familia está charlando en voz alta en la habitación de al lado, y se oye el ruido de los platos mientras preparan la cena.
«Le pedí explicaciones», dice, «y todo lo que contestó fue: ‘¿Cómo accediste a mi teléfono?’ Fue un golpe muy duro. Creo que quiere el divorcio».
«No sabe que estoy hablando contigo ahora mismo», añade en conversación con la BBC.
Haciendo malabares
Encerrados juntos en casa muchos de nosotros hemos visto aflorar la tensión en nuestras relaciones.
Nos ha tocado hacer malabarismos para compaginar el cuidado de los niños, las tareas domésticas y el trabajo, mientras nos preocupamos por la salud, las finanzas y el estado del mundo.
Pero es que además, la crisis global de covid-19 también ha dejado a muchos navegando en una crisis doméstica propia a puerta cerrada.
Para algunos, como Reni, la cercanía del confinamiento también ha significado descubrir secretos y tener que lidiar con las consecuencias.
La pandemia arrasó con todo
El número de parejas que buscan asesoramiento sobre relaciones ha aumentado durante los confinamientos.
«Por lo general, la mayoría de mis clientes son personas individuales (…) Pero desdeel inicio del confinamiento ha habido un cambio notable. La mayoría de las consultas han sido de parejas», dice la doctora Rebecca Pender Baum, presidenta de la Asociación Internacional de Consejeros Matrimoniales y Familiares.
Marni Feuerman, psicoterapeuta en Florida, dice que después de una caída inicial en las primeras semanas de cuarentena, ella también vio una avalancha de solicitudes de parejas.
«Lo que escucho en más ocasiones es que las parejas discuten mucho sobre la nueva división del trabajo en la casa», explica.
«Las personas tienen que trabajar y cuidar a los niños [que no van a la escuela] al mismo tiempo. Esto hace que todo se convierta en un caos».
Para Richard Cunha Schmidt, de 41 años, y Rafaela Carolina Ferreira Schmidt, de 31, que viven en Florianópolis, en el sur de Brasil, esa frase refleja su realidad.
Se divorciaron el mes pasado y afirman que el confinamiento fue el catalizador.
«Por lo general, fueron 12 hermosos años juntos», dice Rafaela.
«Pero la pandemia arrasó con todo. Reveló que en una relación de 24 horas con dos niños y una oficina en casa muchas cosas ya no cuadraban».
«Tuvimos momentos de enfado y desacuerdo, de usar la situación unos contra otros. Eso lo sentí», agrega.
«Yo me tomé todo muy en serio. Usar el tapabocas, quitarme la ropa y darme una ducha al regresar a casa. Su punto de vista era diferente. Creo que ahora puede parecer gracioso, pero en el momento estábamos realmente enfadados».
«Empezamos a pelear por cosas triviales, sin importancia», añade Richard.
«La cuarentena era muy estricta, no podíamos salir de casa, ni siquiera para tomar el aire. Y creo que al principio no acepté todo este rigor».
Un trauma colectivo
Una encuesta realizada en abril por la organización benéfica británica Relate reveló que casi una cuarta parte de las personas sentían que el encierro había añadido presión a su relación.
Una proporción similar dijo que había encontrado a su pareja más irritante.
En este caso, fueron las mujeres, más que los hombres, quienes lo afirmaron.
El confinamiento creó un ambiente de «seguir o dejarlo», en el que las personas tuvieron revelaciones sobre su relación, tanto buenas como malas, apunta la organización benéfica.
Una nueva encuesta realizada por este grupo en julio mostró que el 8% de las personas dijeron que el confinamiento les había hecho darse cuenta de que necesitaban terminar su relación, pero un 43% dijo que les había acercado a su pareja.
Feuerman dice que en muchos casos los confinamientos magnificaron las dinámicas ya existentes en una relación.
La doctora ha estado asesorando a parejas a través de zoom.
A veces tenía que conectarse desde el cobertizo de su jardín o desde un automóvil estacionado para ganar algo de privacidad y alejarse de su hogar familiar.
«La pandemia ha causado estrés a todo el mundo. Hay un trauma colectivo», incide.
«Pero las parejas que eran fuertes antes de que todo esto llegara son aún más fuertes. Ya sabían cómo usar su relación como recurso en momentos de estrés. Las parejas que se han visto más afectadas son aquellas en las que había problemas antes de que esto comenzara».
Sin opciones
Para Reni, el encierro le puso frente a la realidad sobre su matrimonio.
Normalmente, dice, habría estado demasiado ocupada para notar el comportamiento frío e inusual de su esposo, que es lo que le llevó a revisar su teléfono.
Pero a pesar de descubrir su infidelidad, para ella el divorcio simplemente no es una opción.
«Llamé a mis padres llorando. Pero son cristianos. No creen en el divorcio o la separación. Me dijeron que me quedara allí sin importar lo que hiciera mi esposo».
«¿Lo amo? Ya no estoy segura. Solo espero que no hable más con ella. Lo que sí me pasa es que me alegro de haberlo descubierto, me da tranquilidad saber que su difícil conducta no es mi culpa».
Anecdóticamente, los abogados especializados en divorcios en Reino Unido y Estados Unidos han notado un aumento en la solicitud de investigaciones.
Un despacho de abogados de Washington DC registró en octubre un aumento del 70% en las llamadas en comparación con el mismo mes de 2019.