«Game of Thrones» 8×03: nuestra reseña de la Batalla de Winterfell
Repasamos con SPOILERS el episodio más esperado de «Game of Thrones«, que ofreció todo lo prometido
En el siglo III antes de nuestra era, el rey helénico Pirro logró una victoria contra los romanos, pero en el proceso perdió a miles de sus hombres. Sí, se impuso ante el enemigo, pero el costo fue demasiado alto. Esa es la sensación que deja «Game of Thrones» 8×03: la batalla de Winterfell.
El episodio no se apuró en mostrarnos la lucha. Primero, los preparativos, los nervios. La oscuridad. Y luego la luz, que llega por parte de Melisandre (Carice Van Houten), quien apareció de sorpresa para ofrecer su magia de fuego a los guerreros.
Pero sabemos que las llamas se apagan y esta vez no tardan en hacerlo: los dothrakis, con arakhs ardientes en mano, tomaron la iniciativa junto a Jorah Mormont para cargar contra el enemigo. Pero más impactante que ver sus llamas apagarse cual fósforos es verlos regresar a pie, a ellos que desprecian a todo jinete que se cae del corcel.
Esa fue la primera señal de que nada saldría bien.
«Game of Thrones». Jorah Mormont fue a la carga junto a Ghost, el lobo de Jon. Foto: HBO.
La otra señal de la noche en «Juego de tronos» llegó tras la primera sangre. Cuando los wights atacaron a Brienne, Pod, Jaime y los Inmaculados; entonces aparecen Jon (Kit Harington) y Dany (Emilia Clarke) sobre Rhaegal y Drogon. El fuego de dragón es útil, pero solo por unos instantes.
Una leyenda asociada a los Caminantes Blancos es la del surgimiento del frío. Siempre llegan juntos, en este caso vientos helados nublaron la visión y los dragones perdieron su curso e incluso chocaron entre sí.
Tercera señal: la retirada a la fortaleza. Los Inmaculados cortarán el avance de los wights mientras los demás se ponen a salvo. Puede que todo sea muy claro aquí, que una cosa lleva a la otra, pero eso no es cierto del todo. El director Miguel Sapochnik describió el capítulo como «horror de sobrevivencia» y eso es justo lo que ofrece, primero como una masacre, después como una cacería.
Porque con el ingreso a Winterfell de las tropas, ni siquiera el apoyo de Melisandre para establecer el un cerco de llamas dura por mucho. Los wights apagan las llamas con sus cuerpos y entonces ya no hay señal que valga. Los muertos ingresan a Winterfell y Arya, temerosa por su hermana, la envía a las criptas. La muerte de Lyanna Mormont (Bella Ramsey) solo acentúa lo inevitable: no hay esperanza incluso si vencen. Se ha perdido demasiado.
Adiós, Lyanna Mormont. que la Fuerza te acompañe. Foto: HBO.
Mientras tanto, en los cielos, Dany y Jon protagonizan el primer combate aéreo en siglos: dos contra Viserion, que ahora es la montura del Rey de la Noche. Más temprano que tarde, Jon y el rey acaban en el suelo frente a frente. Pero ellos no pelearán, pues el enemigo hace que los muertos recientes se levanten.
Recién con la resurrección de los caídos caí en cuenta, como espectador, que las cosas no podían salir bien. Mantuve la esperanza hasta el último momento… pero si lo siguiente que vemos es a Arya Stark (Maisie Williams) huyendo del enemigo, es que todo ya llegó a un punto de no retorno.
Arya usa el sigilo aprendido en la Casa de Blanco y Negro para huir del enemigo, pero no basta. Esta no es como sus anteriores batallas en «Game of Thrones», y en un momento que nos recuerda a la Boda Roja, Sandor Clegane (Rory McCann) termina salvándola, pero no está solo en esa tarea. Beric Dondarrion (Richard Dormer) gana tiempo para que ambos vivan. O mejor dicho, para que Arya viva. Melisandre no demora en decir que la joven Stark tiene la misión más importante de todas.
Para los estándares de «Game of Thrones», la Batalla de Winterfell es inusual. Acción por todos lados, casi desde el inicio hasta el fin. Vimos pelear a nuestros personajes favoritos, vimos morir a algunos de ellos (además de Lyanna también perdimos a Ed Tollett); pero las escenas que ayudan a contar sus historias no son satisfactorias. Sí, nos preocupamos por Brienne de Tarth (Gwendoline Christie) y Jaime Lannister (Nikolaj Coster-Waldau); pero todo ocurre con tanta velocidad que no tienes tiempo para procesarlo. Solo puedes mirar mientras las cosas se desploman como el dragón de Daenerys.
Sin Drogon, Dany debe tomar una espada y salvar su vida. Jorah Mormont (Iain Glenn) está allí para recibir, literalmente, todos los impactos dirigidos a la Madre de Dragones. No muy lejos de esta escena, las Criptas de Winterfell también viven su propio drama, pues los Starks de generaciones pasadas se alzan para atacar a los más débiles.
¿Jon? Intenta llegar donde su hermano Bran, pero un dragón wight frena su camino. ¿Theon? Agotó sus flechas contra los wights y ahora, frente al Rey de la Noche, intenta hacer algo y falla por última vez en su vida.
A Bran Stark (Isaac Hempstead-Wright) solo le queda mirar, algo en lo que se ha vuelto muy hábil. Pero en la Batalla de Winterfell, como si se tratase de una cinta de Hollywood, la esperanza regresa al último minuto: Arya Stark aparece y mata al Rey de la Noche, con lo cual todos los wights y Caminantes Blancos se desploman para siempre.
El historiador Paulo Orosio le atribuye a Pirro la siguiente frase: «Otra victoria así y tendré que volver a solo a Epiro«. Puede que Dany haya pensado eso al ver cómo se desploman los enemigos, pero no solo ella, sino cualquiera que tenga dos dedos de frente. ¿Es suficiente precio el perder a Jorah, Theon, Lyanna y miles de soldados anónimos en una sola noche?
Pero esto es «Game of Thrones», donde lo sobrenatural, por más peligroso que sea, solo es un rostro de la muerte. El otro rostro es Cersei Lannister (Lena Headey), que eligió quedarse en King’s Landing donde no hace tanto frío y, sobre todo, no hay muertos vivientes. Aún no creo que sea la mente más brillante de la familia, pero su inacción terminó por darle la ventaja. «En el Juego de Tronos o ganas o mueres. No hay término medio», le dijo a Ned Stark en la primera temporada. Ella eligió vivir… por ahora.