Desgarrador: Bebé hija de Marisol Rodríguez no duerme y no para de preguntar por su mamita
Marisol, de 40 años, fue brutalmente asesinada por su expareja, un hombre de apellido Solera, quien es el principal sospechoso del crimen.
El trágico femicidio de Marisol Rodríguez ha dejado a una familia devastada y a una pequeña niña de un año y siete meses clamando por su madre.
El crimen, ocurrido el pasado 27 de mayo en Upala, Guanacaste, ha conmovido profundamente a la comunidad y al país entero. Marisol, de 40 años, fue brutalmente asesinada por su expareja, un hombre de apellido Solera, quien es el principal sospechoso del crimen.
La Desgarradora Realidad de una Familia Rota
La familia de Marisol enfrenta un dolor inmenso, agravado por el constante llamado de la pequeña que no entiende la ausencia de su madre. Johanna Huete, hermana de la víctima, relató a Alerta 8 cómo la niña no ha dejado de llamar a su mamá desde el trágico suceso.
“No durmió prácticamente toda la noche”, expresó Johanna, reflejando la angustia y desesperación de la familia al intentar consolar a la pequeña. “Tratamos de distraerla, de abrazarla y alzarla para que se calme”, añadió la hermana.
Un Crimen Brutal y Despiadado
El relato de los últimos momentos de Marisol es estremecedor. Según Johanna, su hermana intentó suplicar por su vida. “Quiso escapar y le pedía ‘no me mates, no me mates’”, contó Johanna. Sin embargo, el atacante, al ver que no podía herirla con un cuchillo, recurrió a una piedra para terminar con su vida. “No le bastó con el cuchillo, así que decidió usar una piedra”, explicó la hermana.
El Destino del Sospechoso
Solera, de 28 años, quien es el padre de la hija de Marisol, ha sido identificado como el principal sospechoso. La Fiscalía de Upala ha ordenado un año de prisión preventiva mientras se avanza en la investigación del caso. El Ministerio Público confirmó esta medida cautelar, con el objetivo de esclarecer la implicación de Solera en el asesinato de su expareja.
El brutal asesinato de Marisol Rodríguez ha dejado una marca imborrable en su familia y en la comunidad de Upala. Mientras la justicia sigue su curso, la familia lucha por encontrar consuelo en medio de la tragedia, especialmente para la pequeña niña que sigue llamando a su madre sin recibir respuesta.