¿Significa algo si tu cuerpo reacciona o no a la inyección de la vacuna?
La mayoría de la población ya cuenta con la pauta completa de vacunación. Las vacunas, sin duda, han supuesto un punto de inflexión en esta pandemia. Sin embargo, han generado un sinfín de preguntas, algo que por otra parte no deja de ser normal, dos doctores españoles hablan mas al respecto.
Muchos, por ejemplo, se han preguntado por qué hay personas que tienen efectos secundarios tras el pinchazo de la vacuna y otras no. “¿Será que a quien le hace reacción tiene el sistema inmunológico más en forma?” “¿Funcionará la vacuna a aquellas personas que no han tenido ningún efecto secundario tras el pinchazo?” “¿Por qué la gente mayor no reacciona apenas a la inyección?”, se preguntan.
Para empezar, se hace necesario subrayar que nada tiene que ver el hecho de haber tenido o no efectos secundarios tras el pinchazo con la efectividad de la vacuna. La reacción a la inyección está relacionada con lo que se llama respuesta innata, mientras que el efecto de la vacuna tiene que ver con la respuesta adaptativa.
“Tener o no reacción primaria a la vacuna (febrícula, dolor en las articulaciones, cansancio…) no condiciona la posibilidad de inmunizarse de manera correcta”, explica el doctor Manel Juan, jefe del Servicio de Inmunología del Hospital Clínic de Barcelona. Según Juan, “hay personas que tienen esta reacción primaria y otras que no, de la misma manera que hay personas que enferman por el virus y otras que no lo hacen”.
“La respuesta inmunitaria es la adaptativa –prosigue-, la que viene más tarde y la que consigue eliminar los virus”. Es la que, en palabras del doctor Manuel Hernández, jefe de Inmunología del Hospital Vall d’Hebron, “va a producir los anticuerpos y las células T de memoria para responder, en este caso, contra los péptidos que han incorporado en la vacuna”.
En todo caso, reitera el doctor Juan, “el nivel de inmunización de las vacunas (y también de aquellos que han pasado la enfermedad) es muy bueno con independencia de que el cuerpo haya tenido o no esa reacción primaria. No tiene ninguna trascendencia”.
“También se da de manera habitual, aunque no siempre –agrega-, que quien no reaccionó tras la primera dosis sí lo haga un poco en la segunda. Y es también por el entrenamiento, que es un concepto que usamos en inmunología. Por decirlo de alguna manera, superas la primera marca, cuando tu cuerpo no reaccionó”.
Es preciso destacar que “este entrenamiento no tiene nada que ver con la memoria que generan las vacunas (la inmunidad adaptativa), que es cuando se crean los anticuerpos y los linfocitos T (la respuesta celular) que matan directamente, se puede decir, a las células infectadas por el virus”, matiza el doctor Hernández.
La reacción innata se adquiere desde el nacimiento. “Depende de tu capacidad intrínseca, que viene determinada por tu herencia genética. Pero no es blanco o negro, porque una madre y una hija, por ejemplo, no tienen exactamente la misma genética”, explica el doctor Juan.
“Incluso en individuos genéticamente idénticos, gemelos, puede haber diferencias. No en las primeras vacunas, ahí reaccionarán de la misma manera, pero cuando se les administren otras de más mayores, la cosa varía. ¿Por qué? Porque a lo largo de la experiencia antigénica, de contacto con otros microorganismos, el entrenamiento de uno y otro cambia”, agrega.
Esta respuesta innata, precisa el doctor Juan, “es más potente, en general, en jóvenes”. Es por eso que algunas personas de cierta edad no reaccionan a ninguna de las dosis. “Cuando los niños pequeños se quejan porque les vacunamos (prácticamente todos lo hacen) no es porque sean más sensibles, que lo son un poco más también, sino porque les causa más inflamación y les duele más. Tienen una reacción innata mayor”.