Fallos al volante: ¿Se agravan con la edad?
Un estudio refleja hasta qué punto influye la edad de los conductores en los accidentes de tráfico.
Según un estudio de 2019 realizado en el Reino Unido las conductoras de edad avanzada (más de 70 años) tienen casi tres veces más probabilidades de estar involucradas en un accidente de tráfico que los hombres, si bien la edad es un factor determinante en la accidentalidad vial.
En este contexto, y debido a un incremento en el número de accidentes de tráfico en los que están involucrados conductores de más edad, la Fundación para la Seguridad Vial Fesvial señala que las personas mayores de 64 años, tanto conductores, como pasajeros y peatones, están dentro del colectivo que la DGT señala como vulnerables debido a una pérdida de aptitudes psicofísicas como son la visión, oído, reflejos, atención, etc.
A esto se añade un mayor riesgo de sufrir lesiones, incluso fallecer, que una persona más joven, en un siniestro de similares características, debido a la diferencia de la constitución y fortaleza física que tiene el cuerpo humano en función de la edad. De hecho la letalidad en siniestros con personas mayores se puede quintuplicar.
Según Fesvial esto vendría a explicar por qué, aun cuando los mayores de 64 años son el 19,6% de la población española y el 16,5% del censo de conductores, estos alcanzan el 26% de los fallecidos en accidentes de tráfico. Algo parecido ocurre con los peatones fallecidos, pues más de la mitad (el 51.6%) y el 39,7% de los peatones heridos graves tenía más de 65 años.
Ante esta situación, el especialista en seguridad vial Luis Montoro señala que “las capacidades psicofísicas en los mayores hacen que tengan una reacción más lenta, tanto muscular como mentalmente, y, a la hora de pisar el freno, por ejemplo, no lo hacen con la misma intensidad y rapidez que un joven. Lo mismo ocurre a la hora de interpretar lo que ocurre en su entorno. Por ejemplo, los deslumbramientos afectan de manera muy grave a los conductores de más edad, tienen peor agudeza visual, un campo más estrecho con problemas para percibir lo que hay en los laterales”, enfatiza.
Por eso se trata de un problema complejo. Montoro afirma que «pretender reducir la siniestralidad de las personas mayores al volante solo con mejores reconocimientos médicos es una ingenuidad, ya que se han realizado estudios que destacan la necesidad de abordar múltiples factores, como el diseño y mantenimiento de las vías, la complejidad de las señales, la iluminación, la antigüedad de sus vehículos o sus mayores dificultades para ver de noche”.
Desde Fesvial señalan una serie de propuestas:
- Incentivar la renovación del parque automovilístico dado que la posibilidad de muerte en accidente con un coche de más de quince años de antigüedad es tres veces superior que con uno de menos de cinco años.
- Mejora de las infraestructuras tanto en diseño del trazado, señalización horizontal y vertical más clara.
- Incrementar la iluminación de puntos críticos y TCA (Tramos de Concentración de Accidentes).
- Implementar medidas de contención y seguridad de modo que “perdonen” errores y, en definitiva, resulten más amables y empáticas para el usuario.
- Tecnología útil que por ejemplo ayude a detectar vehículos que circulen en contra dirección (kamikazes).
- Prestar especial atención a las intersecciones complejas y las salidas e incorporaciones a las vías rápidas o la conducción nocturna dado que pueden resultar problemáticas para este sector de la población provocando que se fatiguen más, aumentando sus dudas y una peor coordinación de movimientos.
- Realizar exploraciones psicofísicas más exhaustivas cada dos años a partir de los 70.
- Programa de vigilancia de la salud vial que contemple las capacidades necesarias para conducir con seguridad, como visión, audición, reflejos, atención, etc.
En este sentido desde Fesvial confirman que entre el 40 y 50% de personas mayores de 65 años tiene prescrita una media de cinco medicamentos al día y muchos de estos fármacos no son compatibles con la conducción.
Ejemplos en Europa
Montoro comenta al respecto: “En países como Francia o Suecia, por ejemplo, si el médico de Atención Primaria detecta que hay un problema con un paciente o desarrolla una patología que puede afectar a la conducción, lo comunican a las autoridades de tráfico, algo que en España no se hace».
Sino se toman medidas este problema se incrementará dado que según la proyección del Instituto Nacional de Estadística -INE-, en 2068 podría haber en España más de 14 millones de personas mayores, casi el 30% del total de una población que alcanzaría los 48.531.614 habitantes y posiblemente la mayoría de ellos conducirán, lo que podría aumentar drásticamente las cifras de siniestralidad, pero “sin optar por quitarles sin más el carné de conducir, ya que, según sostiene la propia Organización Mundial de la Salud, no es la ley del todo o nada, sino ver la situación y estudiar cada caso», puntualiza Luis Montoro.