Sindicatos protagonizaron una fría y escasa marcha del Día del Trabajador
Lo que se pretendía iba a paralizar la capital con una masiva marcha, se redujo a pequeños grupos para reclamar por estas circunstancias
Los gremios sindicales han sido grandes opositores de iniciativas en las que se les vea modificada su situación o la de sus afiliados, basando su discurso en las “afectaciones a la clase trabajadora” y sus huelgas y marchas para oponerse llenaron de polémica su poder y privilegios para ir a huelga indefinidamente sin consecuencias.
Plan fiscal y regulaciones a huelgas molestan a sindicatos
La aprobación en diciembre anterior de la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, mejor conocida como Plan Fiscal, sigue generando polémica y reacciones aún tiempo después de entrar en vigencia, aunque gran parte de las medidas empiezan a aplicarse hasta los próximos meses.
Otro proyecto que ha molestado a los sindicatos es una ley, que actualmente se discute en la Asamblea Legislativa, que pretende regular las huelgas, definiendo servicios esenciales y estableciendo claras consecuencias en caso de afectaciones, pero los agremiados alegan que les viola su derecho a la huelga.
Convocatoria a gran marcha
Principalmente por estas dos legislaciones pretendidas, los sindicatos hicieron su tradicional marcha del Día de los Trabajadores el primero de mayo, en la que pretendían convocar a miles de personar y paralizar el centro de la capital.
Estas fueron las justificaciones dadas por el APSE y el ANDE:
Poca asistencia de sindicalistas
Sin embargo, el apoyo de sus propios agremiados fue mínimo comparado a otras ocasiones y la gran marcha pretendida se redujo a pequeños grupos que marcharon por la Avenida Segunda y, aún cuando lo tradicional es llegar a la Asamblea Legislativa para finalizar, solo un pequeño grupo de seguidores del Partido Frente Amplio se hicieron presentes allí.
Se definió presidencia del congreso
Mientras todo esto se daba en la capital, en el congreso se hacían realidad todos los pronósticos y Carlos Ricardo Benavides asumía la presidencia ese poder para regular el tráfico legislativo y el plenario.