Fue a cazar elefantes salvajes y uno de ellos lo atacó: Fue letal
Fue a un santuario de animales a cazar: el destino fue implacable.
Lo que empezó como una salida clandestina terminó en tragedia. Un hombre de 68 años, señalado por practicar caza furtiva, murió tras ser atacado por un elefante salvaje en el santuario de vida silvestre Khao Angruanai, ubicado en la provincia de Chanthaburi, en el sur de Tailandia. El cuerpo fue hallado por las autoridades junto a una mochila, una linterna, una brújula y partes de un arma, objetos que revelan el verdadero propósito de su expedición.
Las huellas del elefante en el lugar y los signos visibles de un ataque confirmaron las causas de la muerte, según el Departamento de Parques Nacionales, Vida Silvestre y Conservación de Plantas, que informó sobre el incidente a través de sus redes oficiales.
La víctima no era ajena a las actividades ilegales en áreas protegidas. En 2023 ya había enfrentado procesos judiciales por infringir las leyes que prohíben la caza en zonas de conservación. Esta vez, su infracción terminó costándole la vida.
Más allá del trágico desenlace individual, el caso pone nuevamente en evidencia un fenómeno preocupante en Tailandia: el creciente número de ataques de elefantes salvajes. Solo en los últimos cinco meses, al menos 19 personas han fallecido en situaciones similares, y el 2024 ya registra 39 muertes vinculadas a estos animales, según datos oficiales.
El Gobierno tailandés, consciente de la gravedad del problema, anunció en marzo una inversión de 22 millones de dólares para implementar nuevas estrategias de prevención y reducir los encuentros violentos entre humanos y elefantes. No obstante, la muerte del cazador se convierte en el primer incidente mortal desde que ese plan fue anunciado.
Estos enfrentamientos se han vuelto cada vez más frecuentes debido a la reducción del hábitat natural de los elefantes, provocada por la expansión agrícola, la urbanización y las incursiones humanas en áreas protegidas. Los expertos advierten que sin una acción coordinada que incluya educación ambiental, monitoreo tecnológico y castigos ejemplares, la situación podría seguir empeorando.