Cataratas del Burrito: Un paraíso natural que se esconde en San Ramón
Cada viernes en NCR Noticias queremos darle a conocer destinos naturales únicos en Costa Rica y que pocas personas conocen.
Esta vez nos iremos hasta San Ramón, Alajuela, para conocer las Cataratas del Burrito, un paraíso natural único y que muy pocas personas en Costa Rica.
Las Cataratas del Burrito están dentro de una propiedad privada, pero que amablemente el dueño abre las puertas a todos los que quieran visitar. Los amantes del senderismo podrán encontrar rutas únicas, donde podrán ver diferentes tipos de aves y un escenario natural imponente.
Ubicación:
Alajuela, San Ramón, Peñas Blancas, pueblo de San Francisco conocido como el Burrito, más específicamente; de la iglesia católica 4 kilómetros al oeste, preguntar por “Rula”, el señor que cuida y administra la propiedad.
Costo de la entrada:
Las personas que deseen ingresar, pueden hacer una contribución monetaria voluntaria a “Rula”, también muchas personas le donan productos no perecederos pues en el rancho donde el vive no hay energía eléctrica.
Dificultad de los senderos:
“Rula” tiene un su finca senderos a muchas cataratas que van desde una dificultad media hasta caminatas muy avanzadas por la Reserva Biológica Pocosol (detrás de Monteverde – Puntarenas).
Estado del camino:
Si usted tiene dentro de sus planes visitar las Cataratas del Burrito, se recomienda que lo haga en un vehículo todo terreno (4×4), debido al difícil acceso del camino y piedra suelta.
¿Que no debe olvidar para su viaje?
Tennis para trekking o hiking (Bota de hule ideal para caminantes avanzados), bloqueador solar, repelente, merienda que se debe llevar pues en el lugar no hay pueblo, medicación si se presenta alguna alergia a plantas o animales, cámara y ropa de cambio.
¿Qué esperar?
Don José “Rula” es de esas personas de enorme corazón, que no piensa dos veces para ir a ordeñar las vacas, hervir un ”bueeeen vaso” de leche y palmear algunas tortillas para que compartas la mesa con él; es un verdadero guardián del bosque y protege al mismo de los cazadores furtivos y evitando la tala. Siempre cooperando con los guardaparques y con una inagotable sonrisa.
Es una persona de esas auténticas, de las cuales se encuentran en peligro de extinción. Compartir un café en su lindo e humilde, pero no menos acogedor corredor de tierra y con vista al volcán arenal es una experiencia que mágica.