La lucha de un niño de 13 años contra un extraño síndrome inflamatorio y el coronavirus en Escocia
Está internado en estado crítico.
Se llama Lewis Greig, tiene 13 años, vive en Aberdeen, Escocia y está luchando por su vida, batallando contra un peligroso enemigo: el coronavirus. Su madre no quiere que otras familias pasen por lo que ellos están pasando. Por ello, advierte a los padres para que estén atentos a otros síntomas no habituales en esa infección como la presencia de erupciones en la piel, similares al sarampión, inflamaciones, irritación ocular con ojos enrojecidos y vómitos. Así lo informó The Mirror y lo reprodujo el diario español ABC.
El estado de Lewis es crítico. Permanece en terapia intensiva, con respirador artificial en un hospital de Glasgow. Su madre, Karen Simpson, de 38 años, explicó cómo se enfermó su hijo: tenía fuertes, dolores de cabeza y estaba muy cansado. «El jueves pasado tenía una erupción similar al sarampión en las manos y sus ojos se pusieron rojos e inyectados en sangre. Era aterrador», relata.
«Al día siguiente, empeoró. Avisamos el médico y nos dijo que lo internáramos. Lewis ya no podía ni caminar al salir del coche». Desde entonces, ella y el padre del pequeño, Wayne Greig, de 47 años, permanecen en un hotel junto al hospital para estar cerca de su hijo.
Karen quiere subrayar que los médicos les dijeron que los niños no presentan tos seca como los adultos. Desarrollan una reacción inflamatoria que hace que parezca una enfermedad autoinmune subyacente, como la de Kawasaki.
A Lewis le hicieron las pruebas de coronavirus el domingo pasado después de tener mucha fiebre. Solo dio positivo en la tercera, tras la erupción en la piel que comenzó 24 horas antes. Por eso advirtió a los médicos del país que busquen otras reacciones graves en niños infectados no habituales, incluidos síntomas como el de este escocés.
Una alerta urgente emitida en Inglaterra dijo que había una «creciente preocupación» por la aparición de un síndrome inflamatorio relacionado con el Covid-19.
En este sentido, varios jóvenes en todo el país sufrieron síntomas similares al shock tóxico con alta temperatura, presión arterial baja, sarpullidos y dificultad respiratoria. Algunos también tenían dolor de estómago, vómitos y diarrea.
Karen, tras advertir de estos síntomas dice que su hijo sigue batallando. «Ahora puede moverse y sabe cuándo vamos a su habitación. Está mostrando algunos signos positivos lo superará porque es un luchador», concluye