Iba a una fiesta con amigos, pero se equivocó de casa: un hombre la mató a tiros
Una equivocación que costó una vida: joven fue asesinada al llegar por error a una propiedad.
Lo que debía ser una noche alegre entre amigos terminó en un acto de violencia sin sentido que ha estremecido a Estados Unidos. Kaylin Gillis, una joven de 20 años con sueños de convertirse en bióloga marina, fue asesinada a sangre fría por un hombre que disparó contra su vehículo al ingresar —por error— a su propiedad rural.
Todo ocurrió en Hebron, una comunidad del noreste del estado de Nueva York, donde Gillis viajaba junto a su novio y otros dos amigos buscando la dirección de una fiesta. Por la falta de iluminación en la zona y la escasa señal celular, el grupo tomó un camino equivocado y entró en la entrada privada de una casa.
No pasó mucho tiempo antes de que se dieran cuenta de su error. Sin bajarse del carro, comenzaron a retroceder. Pero en cuestión de segundos, el dueño de la propiedad, Kevin Monahan, de 65 años, salió armado con una escopeta calibre 12 y disparó dos veces contra el vehículo. Uno de los disparos impactó a Kaylin en el cuello.
“Cuando escuchamos los disparos, intentamos irnos de inmediato. Aceleré, y fue en ese momento cuando ocurrió lo peor”, relató Blake Walsh, novio de la joven, en una entrevista con NBC. El grupo condujo desesperado hasta Salem, un pueblo cercano, para pedir ayuda. Aunque lograron contactar al 911, los intentos de reanimación fueron en vano.
La policía llegó poco después a la casa de Monahan, quien se atrincheró y se negó a salir por cerca de una hora. Finalmente, fue detenido por las autoridades.
Según el jefe de la policía del condado de Washington, Jeffrey Murphy, “Kaylin era una muchacha inocente, no había ninguna amenaza real. El grupo ni siquiera se bajó del carro. Fue un acto injustificado”.
La defensa del sospechoso asegura que Monahan actuó alarmado al ver vehículos ingresando a su propiedad sin aviso, especialmente porque vive con su esposa, también adulta mayor. A pesar de ello, el fiscal del caso lo describió como una persona hostil y de temperamento difícil.
El asesinato de Gillis se suma a otro caso reciente que ha reabierto el debate sobre el uso excesivo de la fuerza y el temor desmedido en comunidades estadounidenses. Días antes, un joven afroamericano de 16 años fue baleado en Kansas City tras tocar el timbre de la casa equivocada.
En ambos casos, la falta de proporcionalidad en la reacción y el acceso irrestricto a armas de fuego han despertado indignación nacional. En el caso de Kaylin, ni siquiera existió un contacto visual con los dueños de la casa; su vida fue cegada desde la distancia, sin una palabra de por medio.
“Me arrebataron mi mundo. Ella era la persona con la que quería pasar el resto de mi vida”, expresó entre lágrimas Blake Walsh, devastado por la pérdida de su pareja.
Por su parte, el padre de Kaylin, Andrew Gillis, describió a su hija como “una joven luminosa, amorosa y generosa, que dejó una huella profunda en todos los que la conocieron”. La familia, aunque rota por el dolor, afirmó que intentarán honrar su memoria con la misma alegría que ella irradiaba.
El acusado permanece detenido en la cárcel del condado de Warren, mientras avanza el proceso judicial por homicidio.
Este hecho nos recuerda, de forma brutal, que un error común como tomar la dirección equivocada no debería costarle la vida a nadie. Mucho menos a una joven con todo el futuro por delante.