Ejecutan a reo condenado a muerte por doble homicidio: hasta el final dijo que fue en defensa propia
El condenado a muerte, según la declaración de un testigo, iba a ser metido a una jaula por las personas que finalmente mató. Aunque pidieron conmutar la pena a cadena perpetua, la solicitud fue rechazada.
Un preso condenado a muerte en Oklahoma, Estados Unidos, por un doble homicidio, murió por inyección letal este jueves 30 de noviembre. Hasta el último minuto, el sentenciado aseguró que lo hizo en defensa propia.
Phillip Dean Hancock recibió la pena por asesinar a dos personas en 2001, según notificaron las autoridades.
A Hancock, de 59 años, le declararon muerto a las 11:29 de la noche tras recibir una inyección con un combinado letal de midazolam, bromuro de vecuronio y cloruro de potasio en la Penitenciaria Estatal de Oklahoma, ubicada en McAlester.
Hancock fue condenado a muerte por asesinar en 2001 en Oklahoma City a Robert Jett Jr., de 37 años, y James Lynch, de 58, unos crímenes que siempre alegó que fueron en defensa propia.
Jett y Lynch eran miembros de una banda de motoristas dedicada a negocios ilegales y habían citado a Hancock en el domicilio del primero.
Ahí, según un testigo, intentaron meter a Hancock en una jaula y le atacaron, pero durante el forcejeo logró arrebatarles un arma y les disparó a los dos.
Aunque Hancock dijo que este fue un acto en defensa propia, los fiscales argumentaron que persiguió a Jett, que estaba herido, hasta el patio trasero de la casa y lo remató.
La Junta de Indultos de Oklahoma había recomendado a principios de mes por 3 votos a 2 que Hancock no fuera ejecutado y que su pena de muerte fuera conmutada por una cadena perpetua.
El gobernador de Oklahoma, el republicano Kevin Stitt, esperó hasta este mismo jueves para responder, negativamente, a la recomendación que le había hecho la Junta, permitiendo que la ejecución siguiese adelante.
La de Hancock fue la cuarta ejecución del año en Oklahoma y la número 24 en todo el país. Esas 24 ejecuciones en un año son el número más alto desde 2018, cuando fueron 25.
Desde que el Tribunal Supremo reintrodujo en 1976 la pena de muerte, han sido ejecutadas en Estados Unidos 1.582 personas, 123 de ellas en Texas.