Rumores de muerte de Raúl Castro: ¿el fin de una era?
Nuestro medio asociado, Deutsche Welle, analiza las perspectivas de cambio que el deceso de Raúl Castro podría traer a la Isla. En redes arrecian los rumores sobre su muerte.
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Nuestro medio asociado, Deutsche Welle, analiza las perspectivas de cambio que el deceso de Raúl Castro podría traer a la Isla. En redes arrecian los rumores sobre su muerte.
Los rumores sobre la muerte de Raúl Castro han generado expectativas sobre posibles cambios en Cuba, pero el poder político en la isla sigue siendo controlado por un sistema profundamente arraigado, lo que obliga a no hacerse demasiadas ilusiones. Aunque Castro ha «muerto» en las redes sociales varias veces en los últimos años, su verdadera desaparición, como ocurrió con su hermano Fidel en 2016, no necesariamente traerá cambios significativos.
Muchos cubanos dentro y fuera del país esperan que su muerte marque el fin de una era, y que sea el punto de partida para transformar la isla en ese país próspero que el castrismo prometió desde 1959. Sin embargo, la realidad actual del país sigue siendo desalentadora.
Raúl Castro, a pesar de su imagen de pragmatismo en comparación con Fidel, ha dejado un legado marcado por el establecimiento de un «capitalismo militar de Estado», que permitió a una casta militar y política monopolizar el poder económico y financiero en la isla. Bajo este sistema, se profundizó la desigualdad social, con más del 90% de la población viviendo en el límite de la pobreza extrema, según el Observatorio Cubano de Derechos Humanos.
El éxodo masivo, la contracción económica y la inflación descontrolada han empujado al gobierno cubano a declarar un «estado de economía de guerra», una clara señal de la incapacidad del régimen para resolver los problemas de fondo, pero con un mensaje constante de resistencia.
La muerte de Raúl Castro, si llegara a suceder, no alteraría el panorama político a corto plazo. El poder en Cuba ha sido cuidadosamente distribuido para sobrevivir más allá de los líderes históricos de la Revolución. Lo que queda es un neocastrismo que manipula el mito de la Revolución Cubana y su legado para mantener el control, tanto a nivel interno como en su proyección hacia la izquierda internacional.
En el largo plazo, el agotamiento de ese mito podría abrir la puerta a cambios. Si la élite gobernante pierde el control tras la desaparición de figuras como Raúl, la redistribución del poder podría finalmente desencadenar las transformaciones que muchos cubanos han esperado durante décadas.