Los consecuencias de un derrame cerebral por sonarse el cuello
Quiso sonarse el cuello y se desgarró las arterias que van al cerebro.
El joven de 28 años nunca imaginó que su vida podría estar en riesgo o que cambiaría para siempre.
¿Quién no lo hizo alguna vez? Ante un molesto dolor de cuello causado por una presunta contractura, uno mueve su cabeza de una lado al otro buscando ese «clac» que libera la presión y elimina la incomodidad. Eso hizo Josh Hader, un joven de 28 años, de Guthrie, Oklahoma (Estados Unidos) el pasado 14 de marzo, y hoy su vida es muy diferente por ese pequeño movimiento.
Lo que ocurrió fue que se dislocó el cuello y sufrió un derrame cerebral, por lo que de inmediato comenzó a sentir una parte de su cuerpo adormecida.
Se levantó para buscar hielo y en el camino hasta la heladera fue perdiendo el control de su cuerpo. «Seguí caminando casi a un ángulo de 45 grados hacia la izquierda», dijo.
No podía manejarse solo por lo que su suegro lo llevó a la sala de emergencias, donde le dieron la primer atención pero ante la gravedad del caso debió ser trasladado al Hospital Mercy.
Quedó en terapia intensiva y su vida, por haberse querido sonar el cuello, estaba pendiendo de un frágil hilo.
El doctor Vance McCollom, quien lo atendió en el Mercy Hospital, dijo que el derrame cerebral le cambió la vida pero pudo ser peor. «Cuando se hizo tronar el cuello, se desgarró las arterias que van al hueso del cuello, donde el cuello se une al cráneo en la base del cerebro», dijo el especialista y añadió: «La forma en que torció el cuello causó una bisección».
De acuerdo a las palabras del médico, cuando llegó al Hospital, Hader tenía «entumecimiento, debilidad, visión doble y su lado izquierdo estaba adormecido”.
Los estudios que le realizaron mostraron que la arteria estaba comprometida por el desgarro y eso causó un derrame cerebral. “No pudo caminar en línea recta. Siguió cayendo”, describió McCollom.
Cuatro meses más tarde, el joven de 28 años se encuentra recuperado, aunque con importantes secuelas.
«Actualmente puedo caminar sin una andadera o bastón, pero me canso mucho más rápido que antes. Mi equilibrio aún no está del todo bien, pero no es terrible», admite.
«Mi lado izquierdo se estremece un poco y se siente más pesado de lo que solía sentirse. Tampoco tengo tanto control de ese lado como antes. Mi lado derecho no siente un dolor agudo o la sensación de frío o caliente».
¿Cómo lo vive anímicamente? «Estoy bien emocionalmente. Como dije antes, todavía es una lucha caminar largas distancias, pero está mejorando mucho».
Hader tuvo que usar un parche en el ojo durante varias semanas porque el nervio estaba lesionado, causando debilidad en uno de los músculos que se dirigían a su ojo.
Uno de los peores efectos secundarios con los que debió luchar fue, por extraño que parezca, el hipo. «Fue terrible. Literalmente, dos semanas de hipo desde que ocurrió el derrame cerebral. Hacia el final, me hacían casi imposible respirar por unos segundos, fue aterrador”, dijo.
El doctor McCollom explicó que el problema se produjo debido al lugar donde ocurrió el derrame cerebral, en la base del cerebro. Y agregó que no es la primera vez que ve a alguien con ese tipo de ataque:
«Tenemos pacientes que vienen al hospital con cosas más serias, debido a la manipulación quiropráctica,haciendo tronar el cuello por un profesional».
La recomendación: “Si querés tronarte el cuello, hacelo de lado a lado, y no lo tuerzas”.