Entre desesperación y furia, muchas mujeres dejan Texas para poder hacerse un aborto
Tras la imposición de la ley antiaborto, muchas mujeres ha hecho viajes largos hasta Oklahoma para una interrupción de embarazo, muchas de ellas son mujeres y niñas que fueron agredidas sexualmente o que el feto no era viable.
Una menor violada, una mujer golpeada, una paciente con un feto inviable… desde que el estado de Texas prohibió casi todos los abortos, el personal médico de los estados vecinos ha notado una afluencia de mujeres «desesperadas» a sus clínicas.
«Uno de los casos más desgarradores es el de una menor, violada por un miembro de su familia, que manejó entre siete y ocho horas» para abortar fuera de Texas, señala en documentos judiciales Joshua Yap, médico de la organización Planned Parenthood.
Una ley que prohíbe el aborto después de las seis semanas de embarazo, incluso en casos de violación o incesto, entró en vigor el 1 de septiembre en este vasto estado conservador. Hasta ahora la Corte Suprema se ha negado a bloquearla.
«Desde entonces, hemos visto una afluencia sin precedentes de texanos a nuestros centros en Oklahoma», señaló Joshua Yap en una declaración jurada enviada a un juez federal el martes, en apoyo a una apelación formulada por el gobierno de Joe Biden contra la ley.
Del 1 al 12 de septiembre, su clínica de Tulsa interrumpió los embarazos de 69 texanas, y otros 240 ya hicieron citas en Oklahoma para las próximas semanas.
«Estamos haciendo todo lo posible para cuidarlos, pero los plazos son cada vez más largos», lamentó.
Al describir las «diversas razones» por las que estas mujeres no quieren continuar con su embarazo, cuenta el ejemplo de una mujer violada «furiosa por no poder abortar cerca de su casa».
Vicki Cowart, que dirige las clínicas de Planned Parenthood en Colorado, Nuevo México y Nevada, cita también como parte de este procedimiento, el caso de una mujer que estaba embarazada de un feto inviable.
«Su médico en Texas le dijo que tenía que llevar el embarazo a término y ver morir a su feto después de dar a luz o salir del estado». Incluso, una mujer decidió ir hasta Colorado por un aborto. «Una de nuestras pacientes está tratando de irse silenciosamente de Texas sin decírselo a su esposo porque es violento y ella no quiere llevar su embarazo a término», contó Cowart.
«Desesperada», esta mujer lucha «por recaudar fondos, incluida la venta de artículos personales», pero «tiene miedo de ser descubierta».
Desde el 1 de septiembre, la organización Fund Texas Choice, que brinda asistencia logística a mujeres que desean abortar, ha visto aumentar el número de llamadas de diez por semana a más de diez por día, y ha concertado citas en clínicas cada vez más distantes, desde Texas, hasta Seattle, en el noroeste de Estados Unidos, según su codirectora Anna Rupani.
«Aunque nuestros equipos trabajan entre 12 y 14 horas diarias, no podremos aguantar» si no se suspende la ley, denunció.