Superó el cáncer de mama, sufrió dos mactectomías y quiere ser olímpica en 2021
Medallista en salto en alto en Beijing, luchó contra la enfermedad, se sometió a quimioterapia y a una cirugía y retomó el entrenamiento en busca de sus quintos Juegos.
A Chaunte Lowe, como a todo el atletismo estadounidense, se le estremeció el corazón al enterarse del fallecimiento de Gabriele Grunewald, campeona nacional de 3.000 metros, que luchó contra el cáncer durante una década, hasta que su cuerpo dijo basta el 11 de junio del año pasado.
Dos días después, la saltadora en alto, cuatro veces olímpica, recibía su propio golpe cuando le diagnosticaban un cáncer de mama triple negativo, una agresiva variante de la enfermedad que dificulta su tratamiento con medicación o con terapia hormonal.
https://www.instagram.com/p/B3E-5OuHhGk/?utm_source=ig_embed&utm_campaign=loading
Tuvo que aprender un camino nuevo, espinoso, en el que todo cambió radicalmente. Lejos de la mera competencia, que pasó a ser la más importante de las cosas menos importantes, lo que estaba en juego era su vida con sólo 35 años, un esposo y felices tres hijos. Ganó la batalla luego de quimioterapia y dos mastectomías, y ahora buscará sus quintos Juegos Olímpicos.
Los miedos que le aparecieron fueron reforzados por un diagnóstico inicial erróneo. Un año antes de la maña nueva, un bulto muy chiquitito la había llevado a hacer una consulta, que un profesional relativizó. Le dijo, haciendo referencia a la supuesta buena salud de Lowe: “No quiero verte por al menos seis años“.
El bulto creció y como al ser una atleta de alto rendimiento mantenía su cuerpo como un auto de Fórmula 1, once meses después fue a buscar una segunda opinión, que derivó finalmente en el diagnóstico de cáncer.
“Cuando la doctora me dijo que tenía malas noticias, lo supe. Pero además me dijo que era triple negativo, que era súper agresivo y que había afectado a cada célula”, recordó hace poco. El momento más difícil fue contárselo a sus hijos. “Les dije: ‘Lo lamento mucho, pero mami tiene cáncer’. La mayor, que tiene 12 años, no pudo ni esperar a llegar a casa y estalló en llanto. Los más chicos, de 8 y 6, se tiraron al piso llorando. Mi esposo se puso a llorar en el living”.
Se dio cuenta de que no podía darse por vencida. “No los pude consolar, porque al verlos así sentí que tenía que tomar una decisión en ese momento. Podía hacerme una bolita (dijo ya sin poder contener las lágrimas) y dejar que esto me llevara o podía pelear por todos ellos”, aseguró.
Si no hubiera perdido once meses, podría haberlo solucionado con una lumpectomía, pero en cambio debió someterse a una doble mastectomía y quimioterapia durante casi medio año.
Y aun así le quedaron fuerzas para ponerse al frente de una suerte de campaña personal de concientización, en la que instó a cuanta mujer pudo a realizarse mamografías antes de los 40 años, edad en la que se recomienda empezar con los testeos. “Yo tengo 35, hago deporte, no tomo -nunca tomé, en realidad-, y aun así me enfermé”, remarcó.
“No sabía qué tenía que comer, no sabía qué hacer. Estaba aterrada“, reconoció. Pero lo superó y continuó entrenándose tanto como pudo.
Terminado el tratamiento, no le han vuelto a encontrar células cancerosas, por lo que Chaunte podía empezar a rehacer su vida con normalidad. Claro que, entonces, el coronavirus. Un enemigo de salud y un aliado deportivo.
Al tener debilitado su sistema inmune a causa del tratamiento, la saltadora es parte de los grupos de riesgo, por lo que tiene que tener especial cuidado de no contagiarse bajo ningún punto de vista.
Pero al mismo tiempo, la pandemia causó la postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, dándole más tiempo de ponerse a punto para participar por quinta vez en la cita de los anillos e intentar, por qué no, conseguir una segunda medalla tras el bronce de Beijing 2008.
En aquella oportunidad, con un salto de 1,99 metro había terminado sexta, pero la posterior descalificación por dóping de las rusas Anna Chicherova y Yelena Slesarenko y de la ucraniana Vita Palamar le permitieron subirse al podio de forma retroactiva en 2017, cuando le entregaron su medalla. Fue, al cabo, otro éxito del deporte limpio.
Pese a los riesgos, Lowe estaba decidida a participar de Tokio 2020 si se realizaba este año. “Hubiera estado asustada y con muchas otras preocupaciones distintas a las del resto de los atletas”, aseguró. Ahora, podrá prepararse de mejor manera. En definitiva, ya pasó lo más difícil.