No eres tú, es tu cerebro: Expertos explican porqué ‘no queremos’ hacer ejercicio
Además, entregaron consejos para replantearte y así concretar el ejercicio, el cual cuenta con varios aspectos positivos para el día a día.
Son cientos de personas las que día a día se ponen como meta comenzar a hacer ejercicio a nivel mundial. La motivación existe, pero poco a poco se va acabando con el correr de las jornadas, lo que muchas veces termina con frustración.
Según investigaron desde el medio internacional Time, es nuestro cerebro el que muchas veces impide que concretemos la tanda de ejercicio, generando varios obstáculos.
El investigador Daniel Lieberman señala que muchas veces se produce una «falta de inclinación, una desgana, una voz que dice: ‘No quiero (hacer ejercicio)’, lo que es completamente normal y natural».
En una investigación realizada en 2018, se demostró que evitar el comportamiento sedentario requiere más capacidad cerebral, lo que sugiere una «tendencia automática» a preferir relajarnos en lugar de movernos.
La investigación, incluso, coloca ejemplos de la vida cotidiana: el instinto natural de preferir las escaleras mecánicas en lugar de las escaleras normales.
Asimismo, apunta a que el cerebro puede relacionar el ejercicio a experiencias traumáticas, como malas experiencias en clases de educación física en el colegio, lo que afectaría en la motivación.
Así se puede engañar al cerebro para hacer ejercicio
Hacer ejercicio regularmente ayuda en la vida cotidiana: aumenta el sueño, la fuerza y el bienestar mental. Además, con el tiempo reduce el riesgo de enfermedades crónicas.
A raíz de esto, Sam Zizzi, psicólogo de la Universidad de West Virginia en Estados Unidos, conversó con el citado medio y entregó recomendaciones para engañar a nuestro cerebro y así realizar ejercicios.
Así, el especialista recomienda empezar poco a poco y seguir avanzando con el tiempo. Además, apunta a ejercicios con «doble propósito»: Por ejemplo, una salida donde un amigo trasladándose en bicicleta.
Combinar el ejercicio con algo que ya quieres o necesitas hacer, puede hacer que sea más fácil ignorar la parte del cerebro que dice que es mejor quedarte en el sillón.