Compraron un viejo barco y lo convirtieron en un cálido hogar familiar
Compraron un viejo barco y lo convirtieron en un cálido hogar familiar
Se cansaron del alquiler, de compartir casa con amigos para ahorrar, de que el sueño de la casa propia traiga una deuda de décadas. Julia Baranovska y Will Philips, una parejita de británicos de 33 años, creyeron que ya era suficiente sufrimiento con los números y la economía familiar y decidieron darle lugar al sueño de la vivienda en el agua. Se compraron un viejo barco y lo restauraron para convertirlo en un cálido hogar.
Las cuentas simplemente no cerraban: pagaban 2.670 dólares al mes solo en el alquiler de una casa compartida en Londres. Así que decidieron dar el salto al vacío que tanto cuesta y se lanzaron a una nueva vida flotando en el agua.
La pareja compró su nuevo hogar por tan solo 12 mil dólares. La embarcación elegida fue un barco estrecho y alargado, que en sus días de gloria hizo las funciones de barcaza turística. Mientras lo restauraban compraron uno más pequeño en el que vivieron sus primeros días, Todas sus pertenencias quedaron guardadas en el que algún tiempo después se convertiría en su futuro hogar.
La pareja compró su nuevo hogar por tan solo 12 mil dólares. Foto: Instagram
Lo que vino, fue mucho tiempo de reforma para hacer del barco su castillo. Gastaron 24 mil dólares en renovaciones que incluyeron la instalación de un nuevo techo para evitar filtraciones, la reducción del número de ventanas y la creación de una acogedora sala de estar.
Gastaron 24 mil dólares en renovaciones. Foto: Instagram
Para hacer que su nuevo hogar sea más ecológico, la pareja instaló paneles solares en el techo e hicieron compost para reducir los desechos. Con internet vía celular Julia puede cumplir su trabajo como periodista desde el agua y Will va a la ciudad en bicicleta para hacer sus repartos.
La pareja ahora solo usa algo de diesel para tener la electricidad que no se completa con los paneles y calefacción, especialmente durante el invierno.
«A Will le gustó la idea de comprar un barco y, como mi padre estaba en la marina mercante, era algo con lo que estaba familiarizada», relató Julia al Daily Mail. «Estábamos pagando un total de 2.000 libras esterlinas por mes (2.670 dólares) para vivir en Londres, en un alojamiento compartido con otras personas», describió la mujer.
«No queríamos usar nuestros ahorros en una hipoteca porque sabíamos que estaríamos en una deuda de por vida», añadió y explicó que comenzaron a buscar alternativas para poder escapar de la trampa de la vida de inquilino que no tiene casa propia y debe pagar un costoso alquiler que le impide ahorrar para tener su propiedad.
«Queríamos vivir sin alquilar y cuando vimos a este barco, que era utilizado por una empresa turística hace años, supimos que teníamos que comprarlo y arriesgarnos. Estaba a la venta a un precio muy económico y necesitaba muchos arreglos, aunque todo parecía funcionar bien. No era el lugar más fácil para vivir, es cierto, pero era la oportunidad para ser un poco más libres».
Desde el día en que se mudaron pasaron cuatro años de trabajo arduo para poner el barco en condiciones. En especial cuando ella quedó embarazada de Montgomery, el integrante más pequeño de la familia flotante que ahora tiene 14 meses y, obviamente, también vive a bordo.
En noviembre del año pasado, con gran parte de las obras completas, los tres dejaron el barco provisorio y se mudaron hacia el barco más grande, con todas las comodidades. «Han sido necesarios cuatro años hasta que logramos tenerlo en óptimas condiciones, pero considerando que solía ser un barco turístico, ya se ve bastante bien».
Julia trabaja en televisión, y aseguró que no tiene problemas para trabajar conectando internet desde su celular a su computadora. Lo más interesante es que van rotando el «barrio» constantemente: «Nos mudamos cada dos semanas, pero uno de nuestros lugares favoritos es el río Lea», aseguró ella.
El crudo invierno británico los obliga a estar algo más encerrados, pero en el verano su vivienda se luce: «En el verano es increíble, ya que tenemos una parrilla en el techo y nos sentamos en la cubierta superior a disfrutar del sol».
A su vez buscan llevar su vida hacia el camino más ecológico posible: «Hacemos nuestro compost en el barco, donde depositamos la mayor parte de nuestros desperdicios de comida. Esto lo usamos más tarde para plantar plantas y césped en nuestro techo. También tuvimos un pato que vino y se quedó con nosotros el verano pasado, hasta que ella misma crió unos patos bebés, es encantador estar tan cerca de la naturaleza».
Por supuesto que esta idea no es nada nuevo y no son los únicos que viven en el agua: «La comunidad de navegantes es excelente y todos son siempre muy amables», explica sobre los vecinos que va encontrando al recorrer los ríos del Reino Unido.
Con entusiasmo, Julia confiesa que todavía tienen mucho trabajo por hacer en su casa: «Hemos gastado mucho dinero en nuestro hogar en el agua, pero es genial que podamos tener nuestra casa y siempre será una valiosa inversión».