Científica probó agua de hace 2.600 millones de años y contó cuál es su sabor
Encontraron la fuente de agua más antigua de la Tierra y una geóloga canadiense se arriesgó a probarla.
En Canadá, a 2 kilómetros de profundidad bajo la mina Kidd Creek, un equipo de científicos, liderado por la geóloga Barbara Sherwood Lollar, realizaba una exploración, cuando encontraron una fuente de agua milenaria que había persistido aislada del mundo exterior durante milenios.
Tras recolectar muestras y realizar diversas pruebas en un laboratorio, la geóloga y sus colegas de la Universidad de Ontario lograron determinar que este depósito de agua tenía entre 1.500 y 2.600 millones de años de antigüedad, es decir, que databa del Precámbrico, cuando las primeras formas de vida multicelular estaban surgiendo en la Tierra.
Lollar, sin embargo, guiada por su curiosidad científica, no se conformó con el hallazgo y decidió sumergir la punta de su dedo en este líquido ―considerado el agua más antigua de la Tierra― y luego saborearlo. Esta actividad suele ser común entre los geólogos, pero no está exenta de peligros por compuestos químicos que pueden ser tóxicos.
Muestra del agua de la mina Kidd Creek, de 2.600 millones de años de antigüedad. Foto: captura de YouTube
¿A qué sabe el agua más antigua de la Tierra?
Según Lollar, el sabor del agua prehistórica de la mina Kidd Creek no fue una sensación agradable. “Era muy salada y amarga, mucho más salada que el agua de mar”, expresó ante Los Angeles Times, en una entrevista de 2013. “Definitivamente, no querrás beber esto”.
Si bien los científicos utilizan métodos exactos para fechar la edad exacta de las aguas subterráneas, una pista se puede revelar mediante su sabor. La razón es que a más antiguo sea el líquido, tiende a ser más salado.
El líquido, además, destacó la investigadora, era más denso que el agua corriente que se halla en los mares, ríos y lagos y tenía un peculiar tono cobrizo a causa del contacto del líquido con las rocas de su alrededor durante millones de años.
Ya que la cantidad del agua que la investigadora ingirió fue poca, ella no presentó ningún problema intestinal después de ello; sin embargo, destacó a la prensa que esta muestra no era agua potable. “No dejo que mis estudiantes lo hagan”, señaló.