El agujero negro más cercano a la Tierra podría estar a “no más de 80 años luz de distancia”
Un nuevo hallazgo sugiere que al menos uno de estos objetos oscuros está más cerca de nuestro planeta que el 90% de estrellas visibles en el cielo.
Aunque los agujeros negros siempre han intrigado a los astrónomos, rara vez se habla de ellos como un fenómeno cercano a nosotros. Sin embargo, un reciente hallazgo permite estimar que al menos uno de estos objetos oscuros está acechando más cerca de la Tierra que la mayoría de estrellas observables a simple vista en el cielo nocturno.
Hasta ahora se han detectado directamente apenas unas cuantas decenas de agujeros negros en la Vía Láctea, nuestra galaxia. Todos ellos, ubicados a distancias de miles de años luz, fueron captados por sus efectos en estrellas compañeras que son succionadas por su poderosa gravedad, lo cual emite rayos X.
Pero dos equipos que utilizaron datos del Telescopio Espacial Hubble (NASA, ESA) han descubierto por primera vez un agujero negro solitario que flota libremente por el espacio interestelar. Con ello, se confirma la existencia de este tipo de monstruos sigilosos, de los cuales se estima que hay 100 millones en nuestra galaxia.
Dicha estimación se debe a que una de cada 1.000 estrellas tiene tanta masa que al final de su vida colapsan y se convierten en un agujero negro, el cual sale disparado por el espacio debido a la explosión que lo originó.
En ese sentido, “el agujero negro vagabundo más cercano a la Tierra podría estar a no más de 80 años luz de distancia”, describe el comunicado emitido por la NASA y la ESA sobre el reciente hallazgo
Un agujero negro más cerca que el 90% de estrellas visibles
Para tener una referencia de estas distancias, cabe mencionar que Próxima Centauri, la estrella más cercana a nuestro sistema solar, está ubicada a cuatro años luz. En tanto, el centro de la Vía Láctea, donde está el agujero negro supermasivo Sagitario A*, se ubica a 25.000 años luz.
Dicho esto, aunque 80 años luz es lo suficientemente lejos como para estar a salvo de la atracción gravitacional de un agujero negro, está prácticamente a las puertas del vecindario estelar del Sol.
De las 5.000 estrellas observables a simple visa en los cielos más despejados, solo alrededor de 500 están a menos de 80 años luz de la Tierra. Por tanto, un agujero negro a esta distancia estaría más cerca que el 90% de los luceros sobre nuestras cabezas.
¿Cómo se detecta algo que no se puede ver?
Los agujeros negros solitarios o vagabundos no pueden ser captados directamente por los telescopios debido a que no reflejan ningún tipo de luz ni energía. No obstante, causan un efecto que puede delatarlos.
Los agujeros negros concentran demasiada masa para el tamaño que tienen. Tanto como comprimir la Tierra en una canica. Esa densidad inaudita genera una gravedad que deforma bruscamente el espacio a su alrededor. Por ello, toda luz que pasa cerca de esa región es desviada.
Esto era bien conocido por los dos equipos del Space Telescope Science Institute (STScI) y la Universidad de Berkeley.
Cuando los telescopios en tierra notaron en el 2011 un cambio repentino en el brillo de una estrella a 19.000 años luz, se apuntó el telescopio Hubble hacia su ubicación para hacer un seguimiento intermitente a lo largo de seis años.
Tras descartar otros posibles eventos cósmicos, detectaron que el cambio de brillo era causado por un objeto compacto que pasaba por delante, lo cual distorsionaba la luz de la estrella de fondo e incluso desviaba su imagen.
Al identificar este fenómeno, llamado microlente gravitacional, el equipo del STScI determinó que el objeto es un agujero negro con una masa equivalente a siete veces la del Sol, ubicado a 5.135 años luz de la Tierra. En tanto, el equipo de Berkeley obtuvo mediciones ligeramente diferentes. Los estudios se publicarán en The Astrophysical Journal y The Astrophysical Journal Letters respectivamente.
No cabe duda que este hallazgo marca un importante hito, ya que esta técnica servirá para detectar los agujeros negros más cercanos que deambulan en la oscuridad reinante entre las estrellas de la Vía Láctea.