Historia de superación: Escapó de África, cruzó a Europa, fue adoptado por su entrenador y hoy triunfa en la serie A
Musa Juwara tiene apenas 18 años y su vida ya es de película. La semana pasada le marcó un gol al Inter de Milán y su nombre saltó a la fama.
Se estima que en los últimos seis años han muerto más de 15 mil personas ahogadas al intentar cruzar el mar Mediterráneo desde África hacia Europa con la esperanza de encontrar un futuro mejor. Pese al conocimiento de estos riesgos, miles siguen eligiendo subirse a un bote en condiciones no aptas para emprender semejante viaje, ya que entienden que quedarse a pelear por un mejor mañana en sus propias naciones puede ser más doloroso que la propia muerte.
2016 fue el peor año en lo que se refiere a cantidad de decesos, ya que 3.800 inmigrantes perdieron la vida en su intento por alcanzar la otra orilla. Entre los miles que sí consiguieron su cometido, se encontraba Musa Juwara, quien por entonces tenía 15 años y en su mente solo estaba la idea de escapar.
El joven nació en Tujereng, Gambia, un país en el que cerca del 60% de la población es pobre y más de la mitad vive con menos de un dólar por día. En 2015 se marchó de su aldea, en la que había sido criado por su abuelo, y emprendió un periplo por la costa oeste africana, que lo llevó a cruzar las fronteras de Senegal, Mauritania, Sahara Occidental y Marruecos, hasta llegar a Túnez al año siguiente. Desde allí se subió a un bote sin saber si al día siguiente estaría vivo.
Al otro día, la embarcación hacinada de personas tocó las costas de la isla italiana de Sicilia, y Juwara puso, por fin, sus pies en lo que sería su nueva tierra. Tras registrar su llegada, las autoridades lo trasladaron a la región de Potenza, a unas dos horas y media al sur de Nápoles, en donde fue consultado sobre cuáles eran sus cualidades y en qué actividades podía desempeñarse. Fútbol. No dudó.
Un pequeño club de la zona llamado Virtus Avigliano le dio la bienvenida sin mayores problemas, y fue así que volvió a tocar un balón, esta vez de mejor calidad y en un terreno mucho más preparado que los de su aldea, en donde las pelotas eran pateadas como un pasatiempo para olvidar las penurias. Aquí, el joven Juwara empezó a entrenarse, a tener una rutina, a jugar y a destacarse. Pero su presente no era el mejor.
Lejos de casa, sin familia, sin amigos y sin conocimiento alguno de su nuevo país, necesitaba que alguien le tendiera una mano para poder asentarse. Fue su entrenador, Vitantonio Summa, quien primero aceptó el rol de tutor y decidió luego adoptarlo junto con su esposa, Loredana Bruno, para convertirse en los padres del adolescente.
El nombre de Juwara se extendió más allá de los límites de Potenza y llegó hasta Verona, luego de que un ojeador lo señalara como promesa para el Chievo. Tras algunos inconvenientes legales, finalmente el equipo de la Serie A pudo contratarlo, y en noviembre de 2017, firmó su primer contrato.
En la reserva del elenco italiano se destacó con ocho goles en sus primeros 15 partidos, lo que le valió un llamado de la Primera. Su debut como profesional fue en un 0-0 ante el Frosinone en la última fecha de la temporada 2018/19, cuando el equipo ya estaba condenado al descenso. La acumulación de minutos y sus buenas actuaciones llevaron a que el Bologna pagase más de USD 500 mil por su pase, con el objetivo de sumarlo al equipo de reserva hasta que estuviera listo para la Serie A.
Pero los dirigentes no contaban con algo. A Juwara no lo había frenado el hambre, la pobreza ni el mar Mediterráneo. Tampoco lo iba a detener un plan cargado en computadora y archivado en una carpeta. En octubre fue llamado por el entrenador Sinisa Mihajlovic para su primera convocatoria con el plantel profesional de su nuevo club, y desde entonces se ha convertido en una pieza clave de la estructura del equipo.
La semana pasada, el joven nacido en Gambia marcó su primer gol como profesional y fue nada menos que en el triunfo de su equipo ante el Inter de Milán. “Estoy realmente feliz por marcar mi primer gol, y quiero dedicarlo a mi familia y a todos los que me ayudaron en mi viaje. El entrenador merece los elogios por esta victoria. Este es un sueño para mí y un día que recordaré por el resto de mi vida”.
Juwara ha superado las barreras que le ha impuesto la vida, y hoy en día está cumpliendo el sueño por el cual luchó y arriesgó su vida, poder convertirse en futbolista y ganarse la vida como tal. Si hace apenas cinco años estaba en una aldea de Gambia, solo el destino sabe qué podrá lograr en la próxima media década.