Japón invirtió U$S 600 millones por dos rocas en medio del mar
Son dos rocas inhabitables en medio del Pacífico. Para China son eso. Para Japón son un tesoro.
Son dos rocas inhabitables en medio del Pacífico. Para China son eso. Para Japón son un tesoro. Tan grande es su interés que en los últimos años gastó más de 600 millones de dólares con el fin de protegerlas, según Gizmodo. ¿Cuál es el secreto de este enclave remoto que se encuentra a más de 1.600 km de Tokio?
Estos dos islotes de Japón que no llegan a los 10 metros cuadrados se encuentran dentro del atolón Okinotori y están ubicados a medio camino entre Taiwán y el territorio estadounidense de Guam.
El atolón mide solo 4.5 km de este a oeste y 1.7 km de norte a sur, pero su importancia para Japón radica en que sirven como punto clave económico y estratégico entre las disputas por la actividad militar china en la región.
Hace cuatro años, Japón gastó 100 millones de dólares para reconstruir un puesto de observación en el enclave, un movimiento que reavivó una larga disputa sobre el territorio marítimo entre Tokio y Beijing.
Si bien China nunca reclamó Okinotori, la decisión de Japón de dedicar sumas tan grandes al mantenimiento del atolón no es bienvenida en Beijing, ya que el área contiene ricas zonas de pesca, depósitos potencialmente enormes de petróleo y otros recursos energéticos, así como metales raros.
De ahí que su estatus como isla bajo el Derecho Internacional que está en disputa entre China y otros países, le proporcionan a Japón una Zona Económica Exclusiva alrededor de las mismas de más de 430.000 km².
Beijing ha insistido durante mucho tiempo en que Okinotorishima comprende rocas, no islas, inhabitables y, por tanto, no deberían ser utilizadas por Japón para expandir su zona económica exclusiva.
Por su parte, la convención de las Naciones Unidas sobre las leyes marítimas define una isla como «un área de tierra formada naturalmente, rodeada de agua, y que está sobre el agua durante la marea alta». La convención también establece que «las rocas que no puedan sostener la habitabilidad humana o la vida económica por sí mismas no tendrán una zona económica exclusiva».
¿Qué hizo Japón para conseguir el estatus de isla entonces? Desarrolló un plan para hacer de la zona islas artificiales con miles de toneladas de arena y cemento mientras ha tratado de evitar que los lechos de coral existentes desaparezcan debajo del océano.
Desde la década de 1980 Japón gastó más de 600 millones de dólares construyendo rompeolas de acero y cubiertas de cemento para evitar la erosión de los dos islotes que sobresalen del agua durante la marea baja. Un tercer islote visible está cubierto por una red de titanio para protegerlo de los escombros creados por las olas. Además, construyó un observatorio de tres pisos desde el que se realiza un seguimiento de los barcos en el área y recoge datos de la zona.