Conmoción en Irán por la decapitación de una joven de 14 años
Su hija, Romina, iba a deshonrar a la familia al huir con su novio de 29 años, dijo. ¿Qué tipo de castigo, le preguntó al abogado, recibiría por matarla?
Antes de decapitar a su hija de 14 años con una hoz agrícola, Reza Ashrafi llamó a un abogado.
Su hija, Romina, iba a deshonrar a la familia al huir con su novio de 29 años, dijo. ¿Qué tipo de castigo, le preguntó al abogado, recibiría por matarla?
El abogado le aseguró que, como tutor de la niña, no enfrentaría la pena capital, sino que a lo sumo pasaría de 3 a 10 años en la cárcel, dijeron los familiares de Ashrafi a un periódico iraní.
Tres semanas después, Ashrafi, un agricultor de 37 años, entró en la habitación donde dormía la niña y la decapitó.
El “asesinato por honor” ocurrido el mes pasado en una aldea ha sacudido al país y desatado un debate a nivel nacional sobre los derechos de las mujeres y los niños y el fracaso de los sistemas sociales y legales de Irán para protegerlos.
El impacto del asesinato impulsó a los legisladores iraníes a aprobar un proyecto de ley el 7 de junio para criminalizar el abandono o el abuso emocional o físico de un niño, la primera protección legal del país para niños y jóvenes.
“Romina murió, pero miles de niños están al borde de la vida y la muerte todos los días. Este caso claramente reveló la falta de leyes que protejan a los niños”, dijo Reza Shafahkhan, abogado y activista en pro de los derechos infantiles, hablando con los medios iraníes el 8 de junio.
También provocó un momento tipo #MeToo en las redes sociales de mujeres contando sus propias historias de abuso a manos de parientes varones.
Las mujeres en Irán están mejor que las de muchos otros países del Medio Oriente. Trabajan como abogadas, doctoras, pilotos, directoras de cine y traileras. Ocupan el 60 por ciento de los puestos universitarios y constituyen el 50 por ciento de la fuerza laboral. Pueden postularse para cargos públicos y ocupan escaños en el parlamento y el gabinete.
Pero deben cubrirse el cabello, los brazos y las curvas en público, y necesitan el permiso de un pariente masculino para salir del país, solicitar el divorcio o trabajar fuera del hogar.
Un informe de 2019 realizado por un centro de investigación afiliado a las fuerzas armadas de Irán encontró que casi el 30 por ciento de todos los casos de asesinato en Irán fueron asesinatos por honor de mujeres y niñas. Sin embargo, Irán no da a conocer estadísticas de delitos.
El asesinato de Romina, una estudiante de secundaria con una sonrisa brillante, fue condenado por liberales y conservadores por igual. Su padre está en la cárcel en espera de juicio.
“Todos están enfurecidos y conmocionados porque es un recordatorio de que estas leyes son anormales”, dijo Shadi Sadr, una destacada abogada de derechos de la mujer que vive en el exilio en Londres. “Estas leyes no fueron ideadas para que una mujer o una niña resultaran asesinadas”.
Los conservadores defendieron las leyes existentes y culparon a Romina de promiscuidad.
“Las leyes de violencia contra las mujeres son suficientes”, dijo Mousa Ghazanfarabadi, un clérigo conservador. “No podemos ejecutar al padre de Romina porque va contra la ley islámica”.
El asesinato en Irán está sujeto a la pena de muerte bajo el mandato de la Sharia de “ojo por ojo”. Pero el código penal, basado en la ley islámica, exime a un tutor de la pena capital por matar a su hijo.
El padre de Romina la había amenazado muchas veces antes de matarla.
El novio, hijo de un granjero que andaba en motocicleta y lucía un corte de pelo rapado y un tatuaje, dijo que había estado cortejando a Romina desde que tenía 12 años y le había propuesto matrimonio (las niñas pueden casarse con el permiso de su padre a los 13 años).
Ashrafi rechazó la propuesta, no por la diferencia de edad, dijo Rana Dashti, madre de Romina, sino porque no le gustaba la familia del hombre.
El fiscal dijo que la investigación y el juicio se acelerarían y que buscaría la sentencia máxima de 10 años para Ashraf.
En el pueblo de Lamir, de 600 habitantes, las amigas de Romina suben la colina al cementerio. Colocan flores silvestres amarillas y moradas en su tumba, y susurran una oración para que éste no sea su destino.