Cómo es la increíble mansión en la que viven Harry y Meghan
Los rebeldes de la familia real británica están en Beverly Hills, en una villa de estilo toscano valuada en una gran fortuna.
Más temprano que tarde se iba a saber, y finalmente fueron los paparazzi los que descubrieron el refugio secreto en el que se alojan el príncipe Harry, Meghan Markle y el pequeño Archie.
Los miembros más díscolos de familia real británica están viviendo en una lujosa mansión que le pertenece al actor y productor Tyler Perry. Ubicada en una de las zonas más chic de Beverly Hills -el exclusivo complejo privado Beverly Ridge Estates- la residencia domina una maravillosa vista de Los Ángeles desde lo alto de una colina.
Impactante a simple vista, la villa en la que pasan sus días el príncipe y su esposa tiene unos 8 mil metros cuadrados y cuenta, entre muchas otras dependencias, con ocho habitaciones y 12 cuartos de baño.
Discreta, esta parece ser la mansión ideal para los Duques de Sussex. «Beverly Ridge es un excelente lugar para mantenerse fuera de vista. Los vecinos son, en general, personas mayores y empresarios mega ricos, lejanos a los chismes del mundo del espectáculo», le aseguró una fuente cercana a la familia al diario .
La magnífica residencia está valuada en u$18 millones (unos 16 millones de euros) y pertenece al actor y productor Tyler Perry, muy conocido en Estados Unidos por el show televisivo Tyler Perry’s House of Payne.
Por ahora, se desconoce la relación de Meghan con Perry, aunque aparentemente fue la periodista Oprah Winfrey, amiga común de ambos, la «celestina» que los puso en contacto.
Tampoco se sabe si los Sussex pagan algún alquiler o son invitados de lujo del actor que está trabajando en Atlanta. Pero lo cierto es que la casa no está a la venta y ellos siguen buscando una residencia definitiva, para lo que cuentan con un presupuesto de entre u$10 y $20 millones.
A pesar del aislamiento por el coronavirus que se impuso en el mundo, esta es la tercera residencia de Harry y Meghan en los últimos meses. Además de Canadá, atrás quedó su casa en el Reino Unido, Frogmore Cottage (La casa de las ranas), el regalo que la reina Isabel II le hizo a su nieto por su boda, y cuya remodelación se hizo con fondos públicos y costó 2,4 millones de libras que la pareja se comprometió a devolver.