Caminó durante tres días porque pensó que tenía coronavirus y adoptó un perro en el trayecto
El joven hizo 120 kilómetros a pie porque no quería contagiar a nadie en un transporte público y adoptó un perro en el camino.
Caminar por prevención; adoptar por elección. 120 kilómetros separaban a Alixson Mangundok de su pueblo natal. El hombre de Malasia acababa de regresar de otro país y quería volver a su casa. Como pensó que tenía coronavirus, hizo el trayecto a pie durante tres días para no contagiar a nadie y en el medio de su aventura se topó con un perro que nunca se despegó de su lado.
Alixson, de 34 años, había estado trabajando en Japón. El 25 de marzo llegó a la ciudad de Kota Kinabalu, Malasia, donde le tomaron la temperatura.
«Después de llegar al Aeropuerto Internacional de Kota Kinabalu, me examinaron y, aunque las autoridades de salud dijeron que estaba bien y no mostraba ningún síntoma del virus, me pidieron que fuera al Hospital Queen Elizabeth para un chequeo más completo», contó el joven al diario local The Star Online.
El protagonista de la historia fue hasta el centro médico para que le hicieran un hisopado. Allí, el médico le explicó que, mientras esperaba el resultado del análisis, no era necesario quedarse en el lugar y podía realizar la cuarentena en su casa.
Entonces, Alixson tomó una decisión. En vez de subirse a un transporte público o pedir que lo busque su familia, el joven se propuso caminar 120 kilómetros hasta su pueblo, Kota Marudu. La razón no quería contagiar a nadie en caso de tener COVID-19.
«Para evitar cualquier riesgo, decidí caminar hasta Kota Marudu porque estoy acostumbrado a hacerlo durante kilómetros y días desde mi tiempo de caza y agricultura», dijo el malasio a The Star Online. Antes de emprender la aventura, almorzó y compró dos botellas de agua.
En un momento del trayecto, pasó cerca de un cementerio. Y un perro se le arrimó: quería acompañarlo en su viaje. Alixson bautizó Hachiko al animal en honor al famoso can japonés recordado por su lealtad. «Pensé que me dejaría a mitad de camino, pero se quedó conmigo todo el tiempo, por eso decidí adoptar a Hachiko», aclaró al mismo medio.
Los tres días representaron un desafío para la dupla: calor, frío, lluvias intensas, colinas empinadas, y una caminata que parecía interminable. Durmieron en estaciones de ómnibus y pasaron por varios controles policiales.
«En cada control de ruta, la policía y otras fuerzas de seguridad de turno me preguntaban adónde iba y cuando les decía que me dirigía a Kota Marudu, no podían creerlo. Pero al final los convencí de que no bromeaba», relató el joven.
Alixson compró agua en varios locales y latas de sardina para su nuevo amigo de cuatro patas, pero él no comió nada porque afirmó que no tenía hambre debido a la fatiga.
Faltaba poco para completar el desafío. En la mañana del 28 de marzo, cerca del Kg Tandasan, el joven vio a su hermano manejando y le hizo señas, pero éste no supo quién era. «Me saludó, aunque no me reconoció porque estaba protegiendo mi cara del resplandor del sol, y tenía un perro conmigo, así que se marchó», manifestó.
Además, contó: «En ese momento, creo que toda mi familia estaba preocupada porque mi teléfono se había quedado sin batería hacía dos días y no sabían nada de mí desde el aeropuerto».
Más tarde, un supervisor de su hermano, que estaba en la zona, lo descubrió y avisó a su familia El hermano de Alixson volvió para buscarlo, pero él pidió que le llevaran su propio auto para finalmente volver manejando con Hachiko hasta Kota Marudu.
El 7 de abril, el análisis que le habían hecho en el hospital de Kota Kinabalu dio negativo. Ahora espera el resultado de un segundo test que se hizo en el centro médico de su pueblo.
«No descansaré y no me reuniré con mi familia hasta que el hospital me confirme que estoy libre de este virus. Por ahora, Hachiko y yo pasamos nuestro tiempo en la cabaña donde vivo», contestó el joven a The Star Online. Una foto de ellos en Facebook confirma la relación: juntos son felices.