Paola Amador, la única sobreviviente de avioneta estrellada en Escazú narra por primera vez lo sucedido
“Me desperté en una pesadilla”, inició su relato Paola.
El 25 de noviembre, la vida de Paola de los Ángeles Amador Segura, guía turística de 31 años y madre de dos pequeñas, cambió para siempre. Fue la única sobreviviente del accidente de una avioneta que se estrelló en los cerros de Escazú, dejando un saldo de cinco fallecidos. Ahora, por primera vez, Paola relata los momentos de horror que vivió aquel día.
El fatídico vuelo enfrentó condiciones climáticas adversas, lo que obligó a la aeronave a cambiar su ruta original hacia el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría. Según los informes, la avioneta desapareció del radar a las 12:30 p. m., envuelta en una densa nube.
El despertar en medio de una tragedia
Paola recuerda que dormía al momento del impacto. Estaba sentada detrás de la copilota y, al abrir los ojos, se encontró atrapada en la cabina. “Al principio pensé que estaba soñando, me repetía que debía despertarme de esa pesadilla, pero no podía. Fue entonces cuando entendí que la avioneta se había estrellado”, narró con voz entrecortada.
El accidente cobró la vida del piloto Mario Miranda, la copilota Ruth Pamela Mora y tres pasajeros: Jean Franco Segura, Gabriela Calleja y Enrique Castillo. Aunque Paola no recuerda con claridad el momento del impacto, las pesadillas y los gritos que escucha en su subconsciente la persiguen.
“Estoy con los ojos cerrados y vuelvo a escuchar esos gritos, no sé si son recuerdos o algo que mi mente no quiere liberar”, confesó.
Un rescate entre la esperanza y el dolor
Herida e inmóvil, Paola gritó por ayuda en varias ocasiones mientras intentaba mantener la calma. Entre sus recuerdos destaca la voz de alguien que le decía: “Tranquila, ya vienen por nosotras”. Aunque pensó que era la copilota, luego se dio cuenta de que no era posible. Para su familia, la única explicación es que un “ángel” la protegió en esos momentos críticos.
Tras más de ocho horas, a las 8 p. m., los rescatistas la encontraron consciente y orientada, aunque con múltiples lesiones. “Recuerdo que me decían: ‘No te duermas, Paola’. Cerraba los ojos y sentía que me quedaba dormida por horas”, relató.
Según los socorristas, a pesar de sus heridas, Paola habló y hasta se rió durante el rescate. “Me dicen que hablaba mucho, pero yo no recuerdo haberlo hecho. Fue bonito saber que me veían con esa fortaleza”, agregó.
Caminando hacia la recuperación
Desde el accidente, Paola ha pasado por varias cirugías para tratar las lesiones en su mandíbula, nariz, columna y tobillos. Después de 25 días hospitalizada, su recuperación ha sido lenta pero constante. “Cuando me vi en el espejo por primera vez, quedé impactada; mi cara estaba llena de hematomas, apenas podía reconocerme”, dijo.
A pesar del largo proceso de sanación, Paola planea dejar un legado. Su próximo sueño es escribir un libro para compartir su experiencia y cómo aquel día cambió su vida para siempre. “Quiero que el mundo sepa lo bueno y lo malo que viví; esto no solo fue una tragedia, también es una historia de sobrevivencia y fe”, concluyó.
La historia de Paola Amador es un recordatorio de la fragilidad de la vida y de cómo, incluso en medio de la tragedia, puede surgir la esperanza. Con cada paso en su recuperación, esta madre de dos niñas demuestra que las segundas oportunidades son una fuente de fortaleza y transformación.