Viajó por 50 países y este es el único al que no regresaría
Viajó por 50 países y este es el único al que no regresaría: «Una especie de Disneylandia esterilizada»
El mundo está lleno de destinos fascinantes que prometen aventuras inolvidables, pero no todos los lugares logran conquistar a los viajeros. Alice Murphy, una periodista irlandesa que ha recorrido más de 50 países, comparte su experiencia de un destino que, según ella, no volvería a visitar: Catar. Aunque muchos lo consideran un paraíso de lujo, para Murphy fue una decepción, una ciudad que describió como una «Disneylandia esterilizada».
La fascinación por los viajes
Un deseo de explorar el mundo
Desde que era niña, Alice Murphy sintió una fuerte curiosidad por conocer el mundo. Su pasión por los viajes se encendió cuando sus padres le regalaron un globo terráqueo, una invitación simbólica a descubrir los rincones del planeta. Esta curiosidad se tradujo en su carrera como periodista y en su exploración de 55 países, lo que le permitió vivir experiencias únicas y adquirir una visión más profunda de diversas culturas.
Viajar por el mundo: una tendencia global
En los últimos años, más personas han optado por viajar por el mundo, no solo como una escapatoria, sino como un estilo de vida. La flexibilidad laboral y el acceso inmediato a la información han facilitado esta tendencia. Sin embargo, no todos los destinos resultan ser tan mágicos como parecen.
La experiencia de Alice en Catar
Primeras impresiones: un silencio incómodo
Al llegar a Doha, la capital de Catar, Murphy se sorprendió por la falta de actividad en las calles. A pesar de ser una ciudad moderna con coches de lujo y grandes avenidas, parecía haber una extraña quietud. Los coches, como Rolls Royce y Maseratis, lucían brillantes bajo el sol arábico, pero las aceras estaban desiertas. La pregunta de Murphy sobre por qué no había gente caminando fue respondida de forma desconcertante por un camarero: «¿Para qué caminar si se puede conducir?»
Una ciudad centrada en la conducción
Este comentario reflejó una de las características que Murphy encontró desconcertantes de Catar: la cultura centrada en el automóvil. Las ciudades, dominadas por los rascacielos, parecían carecer de vida en las calles, creando una atmósfera fría y deshumanizada, casi clínica. La periodista comparó la experiencia con un «mar desierto de rascacielos con escasa vida a su alrededor», un entorno que le resultó profundamente alienante.
El mercado Souk Wakif: modernización que pierde el alma
Una tradición sin autenticidad
Alice esperaba que el Souk Wakif, un mercado tradicional que data del siglo XIX, ofreciera una experiencia cultural diferente. Sin embargo, se encontró con un lugar tan modernizado que perdió su esencia. «Han sido tan modernizados que parecen una especie de Disneylandia esterilizada. Le falta un poco de alma», explicó Murphy, quien quedó decepcionada por la falta de autenticidad en lo que se suponía que era una parte clave de la tradición catarí.
Lusail: más de lo mismo
A pesar de trasladarse a Lusail, la segunda ciudad más poblada de Catar, Murphy no encontró mucha diferencia. Las dos ciudades están tan cerca que las fronteras entre ellas son casi imperceptibles. Para Alice, ambas parecían reflejar la misma falta de carácter, lo que hizo que su experiencia fuera aún más decepcionante.
Un lujo deslumbrante: la Torre de Katara
El lado brillante de Catar
Sin embargo, no todo fue negativo. La Torre de Katara, un impresionante rascacielos con forma de cimitarra, dejó a Murphy sorprendida por su opulencia. Con paredes adornadas con cuadrados de oro de 18 quilates y el candelabro más grande del mundo, que mide 56 metros, la Torre se presenta como una joya arquitectónica. «Si quieres ser deslumbrado, este es tu sitio», expresó Murphy, reconociendo la grandeza de la torre, aunque su deslumbramiento no fue suficiente para hacerla cambiar de opinión sobre el destino.