Víctima de abuso masivo, propiciado por esposo, pide revelar rostros de sus 72 agresores
“Me da asco, me siento sucia, mancillada, traicionada”, declaró Gisèle Pelicot, quien pidió que se den a conocer las caras de sus abusadores.
El caso de Gisèle Pelicot, de 71 años, ha generado una profunda conmoción e indignación a nivel mundial, revelando un horroroso abuso sistemático en su contra. La historia, que salió a la luz en 2021, está ahora en los tribunales en la primera audiencia de un juicio que se espera dure cuatro meses.
Detalles del Caso
Gisèle Pelicot, una mujer que ha sido víctima de abusos durante casi una década, ha decidido romper el silencio y exigir que el juicio sea público, a pesar de las solicitudes de los acusados para que las audiencias se mantengan privadas. En una declaración emocional, Gisèle expresó su revulsión y sentido de traición, comparando su sufrimiento con ser atropellada por un tren de alta velocidad.
El Rol del Esposo
Dominique Pelicot, el esposo de Gisèle, es el principal acusado en este caso. Desde 2011 hasta 2020, él drogó repetidamente a su esposa con ansiolíticos para inducir un estado de inconsciencia que facilitara los abusos sexuales por parte de otros hombres. Dominique explicó a los investigadores que su motivación era el placer de observar cómo otros hombres abusaban de su esposa, revelando una perversa desviación sexual voyerista. Aunque no se encontró una patología mental en él, sí se identificó una personalidad perversa.
Impacto y Consecuencias
El abuso sistemático llevado a cabo por Dominique Pelicot resultó en 92 violaciones documentadas, que además de causar un daño físico y emocional devastador, llevaron a Gisèle a contraer cuatro enfermedades de transmisión sexual. La gravedad del caso ha generado un fuerte rechazo en la comunidad internacional y ha puesto en evidencia la necesidad de un sistema judicial que no solo castigue a los perpetradores, sino que también brinde un apoyo integral a las víctimas de abuso.
Hasta el momento, se han identificado a 51 de los 72 acusados que participaron en estos abusos, con edades que varían entre 26 y 74 años. La comunidad se enfrenta ahora a la difícil tarea de asegurar justicia para Gisèle y prevenir que tales atrocidades se repitan en el futuro.
El juicio en curso se perfila como un importante momento de visibilidad y justicia para las víctimas de abuso, marcando un precedente para la forma en que se abordan y se castigan estos crímenes en el sistema judicial francés y más allá.