Se sentía cansada, le dijeron que era estrés y recibió un diagnóstico devastador
Natalia Canella empezó a sospechar que algo no andaba bien cuando descubrió un ganglio en su cuello mientras se bañaba.
Natalia Canella, una profesional recién graduada en Tasación y Agente Inmobiliaria en 2018, se encontraba inmersa en la búsqueda de oportunidades laborales mientras atravesaba un período de distanciamiento con su pareja, José.
Durante esta fase, comenzó a notar una pérdida de peso gradual pero constante. Lo que al principio parecía una fluctuación normal, de uno o dos kilos al mes, se convirtió en motivo de preocupación cuando, en un lapso de tres meses, perdió repentinamente 10 kg sin haber cambiado su dieta.
A pesar del agotamiento persistente que experimentaba, los primeros consejos médicos que recibió sugirieron que el estrés podría ser el culpable detrás de sus síntomas. Sin embargo, Natalia empezó a preocuparse más seriamente cuando descubrió un ganglio en su cuello mientras se bañaba, un hallazgo que la llevó a buscar respuestas más concluyentes.
Tras varias consultas médicas, se realizó un análisis exhaustivo que arrojó resultados que, si bien no eran alarmantes, presentaban algunas anomalías, como una ligera elevación de glóbulos blancos y una leve anemia. La persistencia de sus síntomas y el descubrimiento de otro ganglio en su axila durante un examen ginecológico, encendieron las alarmas.
La recomendación de realizar más pruebas y consultar a un cirujano resultó en la extirpación del ganglio de la axila, cuyos resultados confirmaron los peores temores de Natalia: tenía linfoma. Este diagnóstico la sumió en un estado de incertidumbre y angustia mientras se preparaba para iniciar un arduo tratamiento de quimioterapia.
A lo largo de seis meses, Natalia enfrentó las duras realidades de la quimioterapia, soportando los efectos secundarios mientras buscaba mantener la esperanza. El apoyo inquebrantable de su esposo fue un faro de luz en los momentos más oscuros, acompañándola en cada sesión y brindándole la fuerza y el ánimo necesarios para seguir adelante.
Siguiendo el consejo de su hematóloga, Natalia tomó la decisión de preservar su fertilidad, consciente de los riesgos que la quimioterapia representaba para su capacidad de concebir en el futuro. A pesar de los desafíos y las limitaciones de tiempo, logró congelar dos óvulos antes de comenzar su tratamiento.
Después de completar su tratamiento y con un período de remisión por delante, Natalia se embarcó en la búsqueda de su sueño de ser madre. Para su sorpresa y alegría, quedó embarazada en su primer intento de fertilización in vitro, marcando el comienzo de una nueva y emocionante etapa en su vida.
El embarazo de Natalia fue recibido con alegría y gratitud, cada ecografía era un motivo de celebración y cada patada de su bebé, un recordatorio de la fortaleza y la resiliencia que había demostrado durante su batalla contra el linfoma.
Ahora, a punto de alcanzar los cinco años de remisión, Natalia reflexiona sobre su viaje lleno de desafíos y triunfos. Agradece el apoyo incondicional de sus seres queridos y se regocija en el milagro de la vida que sostiene en sus brazos cada día. Con sueños renovados y una perspectiva de vida enriquecida por la adversidad, Natalia se prepara para abrazar el futuro con gratitud y determinación.