El sueño del corazón artificial
Hace diez años, el Hospital Georges-Pompidou de París implantó por primera vez un corazón artificial notablemente mejor que los modelos anteriores. Sin embargo, la gran revolución no llegó a materializarse. ¿Por qué?
En principio, el corazón es un órgano bastante simple. Cuatro cámaras, algunas válvulas y tubos, un buen cableado. Y la bomba está lista.
El único problema es que cuando la bomba deja de funcionar como debería, las cosas se ponen feas. En las personas con insuficiencia cardíaca grave, la bomba es tan débil que ya no es capaz de mover la sangre eficazmente por todo el cuerpo. A los afectados les falta mucho el aire incluso en reposo. Sus órganos dejan de recibir el aporte óptimo de sangre y, por tanto, de oxígeno y nutrientes. La única solución suele ser un corazón nuevo.
Sin embargo, los corazones de donantes escasean. En Alemania esto se debe, entre otras cosas, a que la donación de órganos requiere un consentimiento activo. Mientras no haya suficientes corazones de donantes, habrá que buscar alternativas.
Lo nuevo y genial: la adaptabilidad
Cardiólogos y cardiocirujanos llevan más de 60 años trabajando en el sueño de un corazón artificial. Para los corazones gravemente enfermos que no están completamente dañados, existen ahora sistemas que pueden dar soporte a partes del corazón. Sin embargo, esto no es suficiente para los pacientes en los que ambas cámaras del corazón están gravemente dañadas: necesitan una sustitución completa.
Estos modelos también han sido objeto de investigación durante décadas. El primer implante de corazón permanente y completo tuvo lugar en EE.UU., en 1982. Sin embargo, estos corazones suelen ser rudimentarios. Y no se adaptan a las necesidades del paciente.
Por eso, hace diez años, cuando se implantó en París el primer corazón artificial que realmente se adapta a las necesidades del paciente, causó sensación.
Su artífice, el cardiocirujano francés Alain Carpentier, ya se había hecho famoso con las válvulas cardíacas. Se había centrado en las superficies biológicas en lugar de los materiales artificiales habituales. Las superficies biológicas tienen la gran ventaja de que los pacientes ya no tienen que tomar medicamentos anticoagulantes de por vida. Esto se debe a que estos fármacos entrañan un alto riesgo de hemorragias graves.
Carpentier extendió el material a todo el corazón. También ajustó muchos otros parámetros, en particular sofisticados sensores.
El resultado es un corazón artificial capaz de adaptarse a la actividad física de su portador. Porque si uno no solo quiere estar tumbado, sino también sentarse, andar, correr y bailar, necesita un corazón que sirva para todo.
En los últimos años se han implantado unos 50 corazones artificiales
El primer receptor del corazón de Carmat fue un hombre de 76 años con una cardiopatía grave. Vivió 74 días con la nueva bomba. En los últimos años se han hecho muchos otros ajustes en el material de la superficie, el software y las bombas, explica Stéphane Piat, responsable de la empresa Carmat. Entretanto, se han instalado unos 50 ejemplares más. Para 14 pacientes, este fue el puente hacia un corazón de donante. En la actualidad, el corazón artificial sigue latiendo en unas 15 personas. El resto ha fallecido entretanto.
El corazón de Carmat tiene algunos problemas
A veces, los problemas pueden ser bastante triviales. El corazón de Carmat, por ejemplo, es simplemente muy grande. Esto significa que no es adecuado para todos los pechos. En particular, no suele ser adecuado para mujeres.
Además, el corazón de Carmat es muy complejo: consta de unos 250 componentes. «Cada uno de ellos puede fallar», explica Evgenij Potapov, jefe del Programa de Asistencia Circulatoria Mecánica del Centro Alemán del Corazón, en la clínica univeristaria berlinesa Charité. Esto lo hace mucho más vulnerable que otros corazones artificiales más sencillos. Como siempre en la vida, las ventajas hay que pagarlas caras. A algo menos de 200.000 euros por corazón, el precio tampoco es precisamente despreciable.
Según la empresa, aproximadamente la mitad de los pacientes trasplantados no sobrevivieron más de seis meses, afirma Potapov. La cifra es bastante alta, aunque, por supuesto, no se debe sólo al corazón de Carmat. Los pacientes que reciben un corazón de este tipo suelen estar gravemente enfermos.
De momento, el corazón de Carmat solo se ha autorizado como solución provisional en el mercado europeo. Mientras tanto, se experimenta con eltrasplante de corazones de cerdo modificados genéticamente o con la reconstrucción de tejido cardíaco mediante ingeniería tisular. En los próximos años, se sabrá qué tecnología llevará la delantera en el próximo aniversario. Y si la voluntad de donar órganos ha hecho que el problema se reduzca al menos un poco.