Se acabaron las excusas: Estudio revela que la moralidad no cambia cuando se está borracho
Ser infieles, llamar a una expareja, dar una mala respuesta a un amigo o un familiar o incluso situaciones de delito como una violación, no pueden ser justificadas por el consumo de alcohol.
Muchos han escuchado la típica excusa de ‘’estaba borracho’’ para tratar de justificar alguna mala o vergonzosa acción: ser infieles, llamar a una expareja, dar una mala respuesta a un amigo o un familiar, entre otras situaciones.
Sin embargo, un reciente estudio realizado por la Universidad de Bradford, en Inglaterra, ha demostrado que el consumo de alcohol no tiene relación con la moralidad de las personas.
Se suele culpar al alcohol de muchas situaciones vergonzosas o reprobables, pero cuando se usa el estado de ebriedad como un atenuante frente a ciertos delitos como una violación, entonces esto se convierte en un problema que debe estudiarse.
En ese sentido, un grupo de psicólogos inició una investigación en la que participaron varios voluntarios que tomaron vodka hasta llegar al estado de embriaguez.
¿DE QUÉ SE TRATA EL ESTUDIO?
Muchos expertos consideran que el consumo de alcohol hasta el punto de la embriaguez afecta la empatía, que es la capacidad que tenemos de interpretar las emociones de las personas que nos rodean.
Es por eso que cuando una persona está borracha, suele actuar o decir cosas que en estado sobrio no las haría o diría porque se daría cuenta que afectaría a los demás.
Al ser incapaz de interpretar la emociones de los demás, los borrachos parecen no tener ‘filtro’ y por eso se cree que una persona en este estado ‘siempre dice la verdad’. Pero está situación ¿afecta nuestra interpretación de lo que es bueno o malo?
Para responder esta pregunta, los estudiosos, dirigidos por la profesora Kathryn Francis, establecieron tres grupos de voluntarios: un grupo placebo que no bebió alcohol, un grupo que consumió una baja dosis de alcohol y un tercer grupo que bebió hasta la embriaguez.
Todos fueron sometidos a una serie de pruebas para medir su empatía y moralidad, tanto antes como después de la ingesta de alcohol. Los resultados son muy interesantes.
Las pruebas consistían, por ejemplo, en ver imágenes de diversas expresiones humanas y los voluntarios tenían que interpretarlas y determinar qué emociones veían.
A medida que la cantidad de alcohol aumentaba, los voluntarios empezaban a sentir pena por las expresiones alegres y viceversa, hecho que parecía confirmar la primera teoría: la empatía se veía afectada por el alcohol.
¿Y LA MORALIDAD?
Pero para comprobar la moralidad, los voluntarios se sometieron a un ejercicio de realidad virtual, en el que se media su capacidad de decisiones frente a un caso complejo:
Se ve un tranvía desbocado que está a punto de descarrilar y se dirige directamente a cinco trabajadores.
El participante se encuentra justo entre el tranvía y los trabajadores y frente a él está un hombre de gran tamaño. La situación plantea que si el voluntario decide empujar al hombre grande, salvaría a los cinco trabajadores a costa de una muerte, pero si no hace nada, los cinco trabajadores morirán. ¿Qué eligieron los voluntarios?
Los resultados demostraron que la mayoría de participantes actuó igual estando sobrios como ebrios.
Los que empujaron al hombre grande para salvar a los otros cinco, repitieron su decisión estando sobrios y ebrios. Mientras que los que decidieron no hacer nada porque no querían tener nada que ver con esas muertes, actuaron igual en ambos estados.
Estas reacciones demostraron que la moralidad de los voluntarios no había cambiado ni se había visto afectada por el consumo de alcohol pese a que su empatía sí se había alterado. Por lo que los psicólogos concluyeron que la embriaguez no debería considerarse un atenuante, ni para crímenes ni para situaciones menos graves.