La lección de Ítalo Marenco: no abandonar nunca a los padres
El presentador acompañó a doña Roxana y a don Álvaro hasta el último suspiro.
Nadie puede negar lo duro que es para una hija, para un hijo ver como poco a poco se va apagando la vida de su madre y de su padre. Es aún más fuerte cuando de golpe aparece una enfermedad que amenaza con llevárselos para siempre.
Y vienen esas citas médicas, exámenes de laboratorio y hospitalizaciones interminables, noches sin dormir pensando cómo será la vida sin ellos. Entrar al hospital con un nudo en la garganta porque no se sabe si esa será la última vez que se verá con vida a papá o mamá.
Así le pasa a miles de personas en el mundo todos los días, un ejemplo es el presentador de la revista matutina de Repretel Giros, Ítalo Marenco Campos, quien el viernes anterior le dio el último adiós a su padre, el gran actor Álvaro Marenco Marrocchi quien falleció el jueves 9 de febrero a los 79 años de edad.
Según informó diario La Teja, don Álvaro, les comentó en una entrevista unos días antes de morir, que Ítalo lo visitaba todos los días en el hospital y que hasta le llevaba helados.
Hace seis meses, don Álvaro se realizó unos exámenes médicos, los resultados detectaron una protuberancia que se convirtió en cáncer de próstata, por lo que el actor requirió de una intervención quirúrgica.
Luego de sobrevivir a las complicaciones de la covid-19, don Álvaro resistió la cirugía, pero durante su periodo de recuperación contrajo una bacteria, la cual complicó su diagnóstico y obligó a los doctores a trasladarlo a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Calderón Guardia.
El presentador estuvo presente en toda la rehabilitación que llevó el actor luego de sufrir covid-19.
El 8 de noviembre de 2020, Ítalo, experimentó el profundo dolor de perder a su madre, la también actriz Roxana Campos Luque, quien murió a los 72 años luego de batallar contra un cáncer de pulmón.
De igual forma, Ítalo, siempre estuvo al pendiente de ella. Todos los días la visitaba, le llevaba un antojito y hasta le cumplió uno de sus últimos deseos: escuchar en vivo una marimba.
Cuando mamá y papá enferman la vida de una hija o un hijo cambia, cuando mueren una parte del alma se va con ellos.
Pero el mejor consuelo está en saber que se dio todo por ellos hasta el final.