Padres encadenaron a su hijo en el baño, hasta dejarlo morir
«No hay palabras para definir este tipo de abuso», sentenció uno de los policías que trabaja en el caso. Los padres ya están detenidos.
Son las 2.52 de la mañana del jueves 23 de mayo en Bloomington, Indiana (Estados Unidos). Una pareja entra al Hospital de la ciudad con su hijo en brazos. Está en muy mal estado: frágil, muy flaco y con signos de agresiones en el cuerpo.
Es tal el nivel de desnutrición que apenas pesa 22 kilos y ya no reacciona. Al verlo, los médicos actúan de inmediato y tratan de atenderlo, pero la vida del niño de 12 años ya está condenada y, apenas diez minutos después, cerró los ojos para siempre.
Asqueados por el terrible estado en el que se encontraba el cuerpo del niño, los médicos apuntaron sus miradas directamente hacia los padres, y sin dudarlo se comunicaron con la policía.
Nunca imaginaron la historia tétrica que estaban a punto de descubrir.
El pequeño se llamaba Eduardo Passo, era hijo de Luis Posso, de 33 años, y su esposa, Dayan Median Flores, de 26 años, dos promotores circenses, que además tienen otros tres hijos de 9, 5 y 2.
«Habían llegado a la ciudad con el circo ambulante y ellos se encargaban de anunciar los próximos espectáculos«, explicó el alguacil Brad Swain a los medios locales.
La policía no tardó demasiado en detenerlos y rápidamente los investigadores hallaron datos dramáticos del brutal abuso de los padres hacia el menor.
Ni siquiera se preocupaban por ocultarlo y en los celulares de los acusados se encontraron fotos y videos que mostraban el maltrato más cruel.
Habían dejado al niño atado con cadenas a la bañadera del hotel en el que se alojaban y, según el informe policial, se tomaban fotos y videos junto al menor en cautiverio.
No trascendió la cantidad de días que pasó el menor en ese estado, pero se presume que lo habrían dejado allí hasta llegar a ese trágico estado límite.
Cuando ingresaron a la habitación del hotel en el que la familia vivía, los detectives simplemente no podían creer lo que encontraron.
En el baño había una cámara de seguridad que filmaba y controlaba al menor y además, cadenas y collares de perro que habrían usado para mantener al pequeño Eduardo atrapado en el baño.
«No hay palabras para definir este tipo de abuso», dijo el martes la detective Jennifer Allen, en una conferencia de prensa en la que se presentó públicamente el terrible caso de violencia familiar.
«Nos cuesta creerlo. El horror, el shock… ni siquiera se puede poner en palabras todo esto», añadió. Luego, explicó que los otros tres hijos de la pareja quedaron al cuidado del Servicio de Protección Infantil.
“Realmente no querés ni siquiera imaginar todo lo que este chico tuvo que pasar», opinó el alguacil Swain a la cadena NBC.
«El médico de la sala de emergencias tuvo un shock emocional después de haber tenido que revisar y examinar al niño.
Se encontró en primera persona con la crueldad más extrema. No puedo pensar, en mis 30 años de carrera, en un caso como este», completó en la conferencia.