La vida en tinieblas en Venezuela: cocinar a leña, cenar con velas y bañarse con un vasito de agua
La luz volvió en pocos lugares. Caracas sigue a oscuras. No hay subte. Y la comida se pudre en las heladeras.
Vivir en una Venezuela en tinieblas tras tinieblas ha graduado a sus habitantes a sobrevivir como si volvieran a la época de las cavernas, a cocinar con leña, a cenar ‘’románticamente’’ a la luz de las velas y bañarse o remojarse el cuerpo más bien con un vasito de agua. Este es el segundo apagón en menos de un mes que ha paralizado a más del 70% del país.
En la noche del martes el gobierno suministró unas cinco horas de electricidad para reponerse de las primeras 48 horas de falla eléctrica mientras declaraba la suspensión educativa y laboral. Pero a las 5 de la madrugada del miércoles el apagón regresó y nadie sabe por cuánto tiempo porque el gobierno no encuentra la manera de resolver la crisis del sistema nacional eléctrico, que se originó en la central hidroeléctrica de Guri, al sur del país.
Sin subte, sin bancos ni nafta
La falta de luz también ha paralizado el Metro de Caracas por lo que los trabajadores deben caminar un promedio de 15 kilómetros hasta llegar a sus casas. Tampoco hay transporte público y los taxis se han vuelto carísimos.
Los bancos tampoco han abierto y sin dinero, ni electrónico ni plástico ni en efectivo, se dificulta la movilización en la calle. No hay combustible, las estaciones de servicio han cerrado porque los surtidores funcionan con electricidad en el país con las mayores reservas de petróleo en el mundo.
Muchos restaurantes han tenido que regalar la comida porque no tienen suficiente capacidad de refrigeración y otros negocios simplemente cerrar porque ya no aguantan tantas pérdidas.
Los equipos y heladeras para congelar alimentos no aguantan más de tres días. Muchas vecinas han perdido la carne y el pollo que tenían guardados.
Las velas y las baterías están por las nubes por la alta demanda de los usuarios. La falta de internet y de la telefonía mantiene incomunicados a los venezolanos. Algunos hoteles de cinco estrellas tienen planta eléctrica propia e internet satelital pero también han colapsado porque todos los periodistas se concentran en su lobby y debilitan la señal.
El drama de los hospitales
Pero los más afectados son los pacientes a quienes el apagón golpea más fuerte por ser más vulnerables. En las ventanas del Hospital Clínico Universitario de Caracas los enfermos crónicos gritan desesperados por la falta de luz: “nos estamos muriendo”mientras otros claman por agua y oxígeno “nos estamos ahogando’’. Estos son los gritos que se escuchan en los centros de salud por el apagón nacional.
Por tercer día consecutivo la actual falla eléctrica se ha cobrado la vida de una anciana de 81 años, del estado Aragua, centro del país, según el médico y diputado, José Manuel Olivares. A principios de marzo ocurrió el primer apagón de unas 130 horas que dejó 17 pacientes fallecidos.
Hay 300 centros de salud públicos y muy pocos tienen planta eléctrica propia, por lo que los pacientes con insuficiencias respiratorias, cardíacas, renales y gástricas, son echados a su suerte a la calle porque muy pocos tienen seguro de hospitalización y ya nadie puede pagar los costos de una clínica privada.