Guardacostas salvan a dos pescadores y a una perrita de morir ahogados, en el Golfo de Nicoya
- Guardacostas salvaron de morir ahogados en aguas del Pacífico a dos pescadores y a una perrita
El profesionalismo y experticia de oficiales del Servicio Nacional de Guardacostas salvan vidas, tanto de personas como de animales, incluidas mascotas.
Así ocurrió la tarde de ayer en aguas del Pacífico nacional, propiamente frente a Isla Negritos, Golfo de Nicoya, donde este cuerpo policial del Ministerio de Seguridad Pública recibió una alerta de naufragio.
Al igual que en otros incidentes, fue despachada rápidamente una patrullera del Servicio Nacional de Guardacostas, estación de Caldera, para prestar auxilio a las probables víctimas de la emergencia marítima.
Tras varios minutos de búsqueda, los Guardacostas ubicaron el sitio y para su sorpresa observaron solo parte de una lancha pesquera artesanal a merced del fuerte oleaje, para entonces a punto hundirse.
El navío iba inevitablemente hacia el fondo del mar.
A pocos metros, los oficiales vieron a dos hombres y a una perra de blanco pelaje que flotaban a duras penas en una pequeña panga de madera, no apta para las condiciones del tiempo y corrientes en esa zona del Pacífico.
Sus vidas evidentemente corrían enorme peligro debido a la furia de las corrientes marinas. De no haber sido ubicados estaban condenados a naufragar, hundirse irremediablemente, según las autoridades.
La intervención de los guardacostas del MSP fue por eso mismo providencial.
La embarcación Andrea, matrícula P-009234 yace ahora en las profundidades del Golfo de Nicoya. Su recuperación, casi imposible.
Rápidamente, poniendo en práctica su conocimiento y profesionalismo, los guardacostas auxiliaron a los pescadores en desgracia y a su mascota, la que llamaban “Tita” para tranquilizarla en medio rescate.
Poco después, la perra movía su cola y ladraba alegremente en la patrullera
32-3, mientras los pescadores, Francisco Thomas y Jordan Torres, agradecían a los Guardacostas estrechando sus manos, aún temblorosos, pero a salvo de la furia del embravecido mar, y rescatados de una segura muerte.
Ambos son costarricenses, pescadores artesanales del barrio El Carmen de Puntarenas, a donde regresaron sanos y salvos gracias al Servicio Nacional de Guardacostas.