La fiesta de cumpleaños que acabó en tragedia familiar en río Pejibaye de Cartago
Sobreviviente contó que joven quería ver el río más cerca pero se resbaló y se hundió. Los intentos por salvarla provocaron dos muertes más.
Ana Gabriela Bonilla Gómez estaba muy feliz con su trabajo en una finca de Cartago, sembrando cebollas. No solo por contar con un empleo que le permitía ayudar a sus hijas sino porque, cumpliendo con su labor, encontró una segunda familia.
Lamentablemente el jueves 11 de febrero su contrato temporal finalizó, pero intentó mantenerse positiva porque en una semana cumpliría años.
Para alegrarla su jefe y sus compañeras de trabajo, entre ellas dos hermanas suyas, le organizaron un paseo para el día siguiente y de paso aprovecharon para celebrarle el cumpleaños a ella y a otra compañera de la finca.
En cuestión de segundos, el festejo terminó en tragedia. Ana Gabriela, de 28 años, y su hermana Natalyn Vanessa, de 23 años, perdieron la vida ahogadas. El jefe de ambas, Carlos Roberto Víquez Gómez, de 56 años también murió.
No querían meterse al río
El paseo, en el que participaron siete muchachas, inició en Orosi, pero luego el jefe de las jóvenes les preguntó que si no querían ir al río Pejibaye porque “era muy bonito”.
“Ante lo cual, le dijimos que sí. Ni yo ni mis hermanas conocíamos, así que uno va a donde lo lleven. Nos pareció bonito ir a conocer lugares que nunca habíamos visto”, declaró Kathya Bonilla, hermana de las fallecidas y sobreviviente del accidente al periódico La Nación.
Cerca de las 10:00 a.m. llegaron a ese lugar, encendieron una parrilla para calentar la comida que llevaban y se sentaron a la orilla del río.
Katthya, comentó que en ningún momento tuvieron la intención de ingresar al río.
“Como a los diez minutos de estar ahí, mi hermana Ana se paró más cerca de la orilla porque quería ver más el agua y porque nunca vimos que ese río fuera peligroso, parecía una piscina. Pero no quería meterse porque no sabía nadar. Entonces, Ana se paró en una piedra y se resbaló”, recordó la hermana de las fallecidas.
“Ella cayó al agua boca arriba y se estaba riendo, siento que, en ese momento, no se estaba ahogando. Pero en cuestión de segundos, el agua la empezó a jalar y ya la estaba hundiendo. Empezó a hacer señas de que se estaba ahogando y mi hermana Natalyn, que sí sabía nadar, fue a ayudarla”, agregó.
“Natalyn la pudo agarrar, pero el agua las arrastraba. En ningún momento, se separaron. La que más gritaba era Anita pidiendo auxilio; mi hermana trataba de sacarla pero no podía, el agua no la dejaba. El jefe se metió al río para ver qué pasaba y trató de llegar hasta donde ellas, pero no pudo llegar”, narró Kathya.
Bonilla, contó que cuando vio que sus hermanas se hundían no lo pensó dos veces para lanzarse al agua: “sin pensarlo, me tiré (al río), pero el agua me jaló hacia el otro lado. Nunca pude llegar a donde estaban ellas”.
Kathya aseguró que los minutos que estuvo batallando contra el agua fueron eternos para ella. En un momento pensó que había llegado su momento de morir.
“Yo solo escuchaba que gritaban mi nombre, pero yo no me podía salir y ya ellas (sus hermanas) no se escuchaban . El cuerpo se me desvaneció, me estaba ahogando y le pedí ayuda a Dios y siento que fue él quien me sacó porque sentí una fuerza repentina y pude llegar a la orilla”, narró Kathya.
Cuando logró llegar a la orilla, volvió a ver al río y supo que sus hermanas continuaban en el río sin poder salir: “me dio un ataque, solo gritaba”, dijo.
Una de las compañeras fue a buscar ayuda y regresó con un vecino de la zona, quien les ayudó a ubicar los cuerpos de Ana, Natalyn y Carlos Roberto.
“Cuando me confirman que están muertas, me desesperé . Sentí que estaba en otro mundo, como que estaba viviendo una pesadilla”, relató la sobreviviente a Nación.
Preocupación por las niñas que se quedaron sin sus madres
Luego de la tragedia, Kathya y su esposo se hicieron cargo de tres de las cinco sobrinas que quedaron sin sus madres con edades entre los 2 y los 12 años.
Lo hacen con todo el cariño del mundo, pero el dinero que ingresa a la familia es poco y los recursos son escasos.
Algunas personas las han ayudado y Kathya lo agradece pero también gente inescrupulosa ha realizado falsas colectas a nombre de la familia.
“Yo misma me terapeo y me digo: ‘Esto no es para pendejas, esto es para valientes’. Pero a veces uno se quiebra porque ya yo no puedo trabajar más porque tengo que ver por todas ellas y ahora es mi esposo quien es el que está a cargo de todo”, dijo Kathya.
Si usted gusta colaborar con esta familia, puede hacerlo por medio de un depósito vía Sinpe Móvil a los números de teléfono: 6247-577 o al 8627-6145. O si lo desea puede ayudar con leche, pañales o alimentos para las niñas.